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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es la historia de Sylvia una mujer que es una trabajadora social en la ciudad de Nueva York, que cuida a personas con problemas, que lleva una vida sencilla con su hija Anna que tiene un pasado tortuoso.
El padre abusó de ella cuando tan tenía ocho años y su madre creía que era mentira lo que decía, a pesar de ser la preferida de sus dos hijas.
Tiene una hija, Anna, una chica adolescente que está estudiando en el instituto.
Una noche, después de salir de una fiesta de antiguos alumnos, Saul, un hombre que ha perdido la memoria, sigue a Sylvia y a la mañana siguiente lo encuentra en la calle tirado en el suelo a la puerta de su casa.
Sylvia acude con frecuencia a las reuniones de alcohólicos anónimos, ya que lleva 16 años sin probar el alcohol y no desea recaer.
Saul vive con su hermano, debido a su principio de demencia y su dificultad para relacionarse con las personas que le rodean.
En un encuentro de Saul con Sylvia, ésta le recuerda las relaciones sexuales a las que la obligaba cuando eran jóvenes, pero él no se acuerda de nada de eso.
A pesar de ello la relación ahora de adultos parece que se ha reanudado, la vida de ambos sigue siendo un tanto caótica.
No sabemos si mi estado de ánimos nos ha pillado en horas bajas, pero la verdad es que nos ha costado seguir esta historia y ponerla un poco en claro tal como la hemos expuesto líneas arriba o si es que la narrativa no es lo suficientemente clara a la hora de trasladar esta historia a imágenes o el montaje no es todo lo clarificador de debiera de cara al espectador.
De una forma o de otra nos resulta un drama un tanto incomprensible la relación que se estable entre la pareja protagonista, aunque en el amor todas las combinaciones son posibles.
Su encuentro sorpresa tendrá un profundo impacto en ambos al abrirse la puerta al pasado de estas dos personas enfermas, una por su antigua adicción al alcohol y la otra por su falta de memoria que buscan ser aceptados, el uno por el otro, en el que encontrar un refugio.
Tanto el guion como la dirección recaen en el cineasta mexicano Michael Franco para realizar esta coproducción entre México y Estados Unidos, que cuenta esta singular historia entre dos personas, cada una con su problema y su trauma, cuya solución no es fácil de ver, en la que se deslizan temas como la soledad, el alcoholismo, la pederastia, la falta de amor en la niñez, la enfermedad, la esperanza, el perdón.
Cuenta en su cabecera de cartel con una reputada pareja de actores compuesta por Jessica Chastain en el papel de la exalcohólica Sylvia y de Peter Sarsgaard encarnando al desmemoriado Saul en este conmovedor drama de amargo sabor, en el que ambos nos regalan su mejor trabajo.
Premio para Susan Shopmaker de la Sociedad de casting americana. Copa Volpi al mejor actor para Peter Sarsgaard en la Mostra de cine de Venecia.
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