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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con once años de retraso nos llega esta 'Traidor en el infierno' (1953) dirigida por Billy Wilder que viene a rellenar la filmografía de este importante director del cine de Hollywood.
Si nos basamos en anteriores experiencias hemos de esperar muy pronto que la consideración general de los críticos especializados sobre este director sufra una revisión y lo coloquen entre los primeros grandes hombres del cine norteamericano.
Pocas obras son tan homogéneas, de unidad de estilo y de visión del mundo.
Pocos cineastas han respondido siempre de una manera tan auténtica a sus propias convicciones.
Sólo que lo ha hecho de una manera tan ingeniosa y poco perceptible, que no ha sido bien comprendido.
Y en este caso el que no lo comprendan es uno de sus méritos, porque de lo contrario se habría enfrentado con tales problemas que le hubiera resultado tan difícil hacer cine, que quizás no lo hubiera conseguido.
Y para él lo más importante es hacer sus películas y firmarlas con la pequeña gota de sangre de su propia inspiración, aunque casi todos crean que aquello es un truco más de los del espectáculo.
Billy Wilder es destructivo, ataca todo, no está conforme con nada.
A través de un humor sangriento, pero popular, selecciona aquellos momentos en el que el hombre es más ridículo, más digno de desprecio: la homosexualidad en 'Con faldas y a lo loco' (1959), la falta de dignidad personal en 'El apartamento' (1960), la injusticia en 'Testigo de cargo' (1957).
Y ahora en 'Traidor en el infierno' (1953), el egoísmo.
Estamos en la Navidad de 1944.
Los sargentos de Stalag 17 están advertidos de que hay una fuga de seguridad y los alemanes siempre están informados.
Cuando Manfredi y Johnson lo intentan, caen en la trampa y son asesinados mientras escapan del campo de concentración alemán de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial.
El comerciante que suministra los víveres es sospechoso de ser un informador.
El protagonista es un hombre aislado, que en situaciones normales no se siente unido a los demás, ni les ayuda, sino que procura explotarlos.
Su atonía sólo se hace tensión y explotación, cuando él mismo sufre un daño.
Entonces sí, buscará lo que muchos espectadores imaginarán que es la verdad, pero en realidad es únicamente la satisfacción personal y la venganza.
A él no le importa que se le considere un traidor.
En esos momentos no siente interés por averiguar quien lo será en el barracón del campo Stalag 17.
Solamente se convierte en héroe cuando le han pegado, y para que no le peguen.
Billy Wilder ha sido uno de los pocos directores norteamericanos que de comunista se convirtió en anarquista, y que luego, con una extraordinaria inteligencia, ha seguido siéndolo en Hollywood, con sus films incomprendidos.
Y Hollywood es la única ciudad del mundo, junto con Moscú, en las que el anarquismo es lo peor, y supone la muerte artística o física.
Billy Wilder se ha estado jugando la vida artística, y ha ganado.
Siendo absolutamente lo contrario de 'La gran evasión' (1963), con un tema parecido, no cabe duda que hay bastante de esta cinta en la película de John Sturges.
El humor, la tragedia, la comedia, la ternura, todo se mezcla en 'Traidor en el infierno' (1953) a través de una excelente forma cinematográfica, con unos personajes muy cuidados, interpretados con perfección, sobre todo por parte de Otto Preminger, director metido aquí a actor, que demuestra a muchos que sabe hacer lo que pide en sus films a las grandes estrellas.
Oscar a William Holden.
Premio NBR.
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