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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un trampero que regresa con las pieles conseguidas con gran trabajo durante la temporada de caza, es abordado por un grupo de indios que, respetándole la vida por ser conocido de su jefe, le quitan las pieles dejándole en cambio a un negro al que habían hecho prisionero de una tribu rival.
Les sigue dispuesto a recuperar, a toda costa, su valioso cargamento, presenciando desde lejos cómo los indios son exterminados por una partida de blancos dedicados a la innoble profesión de cazadores de cabelleras de pieles rojas, para cobrar las primas ofrecidas por el Gobierno norteamericano, que de este modo logró acabar con el problema racial que en su día le hubieran presentado las tribus comanches, hoy totalmente exterminadas.
El rudo trampero jura recuperar las pieles de los indios y más tardes de los renegados que los mataron.
El resto de la historia son los esfuerzos del trampero para recuperar sus pieles que van pasando a distintos poseedores.
En estos momentos lo que está de moda es el cine del Oeste realizado en Europa, mientras que las producciones filmadas en la propia Norteamérica van ganando, hoy en día, varios enteros por el simple hecho de haber sido rodadas en los paisajes auténticos.
Así cuando nos llegan películas dirigidas y ambientadas por directores y actores norteamericanos, aparte de la calidad mayor o menor, resulta que se respira en ellas algo verdaderamente auténtico.
'Camino de la venganza' (1968) es un film dirigido por Sidney Pollack, uno de esos realizadores norteamericanos que está a medio camino entre los veteranos y los más jóvenes y renovadores, a pesar de que, por su edad y formación, se le podría incluir entre estos últimos.
Pero la forma que tiene de hacer su cine, Sidney Pollack es más bien clásica, y no puede, en ningún momento, identificarse con los estilos más modernos.
Esto se advierte también en Camino de la venganza (1968), una cinta realizada con soltura y solidez, sin grandes innovaciones ni notables fallos, aprovechando adecuadamente unos cauces industriales que permiten realizar obras bien acabadas y correctamente construidas.
La historia se centra en esos dos personajes bastante pintorescos, en torno a los cuales se concentra una serie de figuras, todas ellas muy conocidas y clásicas, del género del Oeste norteamericano.
El guion incluye esta historia que resulta muy entretenida por lo que prende rápidamente en gran medida el interés del espectador.
Tiene una fotografía de Duke Callaghan y Richard Moore bien filmada que saca buen partido al technicolor.
Igualmente posee un trabajo seguro de Burt Lancaster junto con Oasie Davis y Telly Savalas, a una altura semejante.
Además la música del veterano Elmer Bernstein se sitúa en el mismo tono de toda la película, que es un ejemplo de ese western de verdad que cada día tenemos menos oportunidad de ver en nuestras pantallas.
Fue nominado al Globo de oro Oasie Davis y a los premios Laurel de oro Burt Lancaster y Telly Savalas.
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