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CRITICA
Por: PACO CASADO
La figura del legendario veneciano Giacomo Casanova ha dado mucho juego a la literatura y al cine hasta convertirlo en la figura mítica del amante por excelencia.
Más de una veintena de películas sobre él podríamos citar aquí pero tan sólo haremos referencias a algunas de ella como 'Infancia, vocación y primeras experiencias de Giacomo Casanova, veneciano' (1969), de Luigi Comencini, con Leonard Whiting, el 'Casanova' (1976), de Federico Fellini, con Donald Sutherland, o 'La noche de Varennes' (1982), de Etore Scola, con Marcello Mastroianni, estas dos últimas con el personaje ya en la edad adulta pero aún capaz de seducir a las mujeres.
Aquí lo cogemos en su juventud, en 1753, al comienzo de su carrera como seductor parada por la joven escritora Francesa Bruni, única mujer que lo rechaza, aumentando así su afán de conquistarla.
Centrado en estos líos amorosos, y los de religiosos y políticos que querían acabar con él, se olvidan otras facetas que llevó a cabo, como la de escritor, filósofo, soldado, espía o músico.
De esta forma se nos ofrece un Casanova light, que apenas conquista a nadie, salvo la pincelada inicial en que es sorprendido con una novicia en la celda de un convento.
Una comedia clásica que pretende mezclar elementos dramáticos, románticos y cómicos sin lograrlo, que únicamente hace pasar el rato.
Como comedia los enredos amorosos y de falsas identidades quedan muy superficiales y apenas tienen gracia, al tiempo que no profundiza en los problemas de la época por mucho que la culta Francesca Bruni, abogara por la libertad de la mujer y la igualdad de los sexos, que firmaba sus panfletos con seudónimo masculino, cosa que resulta poco creíble.
El guion pretende ser original pero no aporta nada nuevo sobre el personaje, más bien se deja en el tintero aspectos que no toca, presentado como un aventurero que se mete en líos de duelos y alcoba.
El director sueco hace una mediocre revisitación del personaje con una realización buscando sólo el espectáculo, como en la escena del baile, luciendo el espléndido escenario de Venecia, la suntuosidad de sus edificios, monumentos y salones, la ambientación y el vestuario y hasta se olvida del erotismo tratándose del famoso seductor.
Los actores cumplen discretamente con lo que les ha tocado cargar tratando de comportarse dignamente.
Demasiado presupuesto para tan corto resultado.
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