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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para hacer buen cine no es necesario únicamente grande medios, sino también inteligencia, buenos guiones y cuando todo ello confluye surgen producciones importantes.
En esta ocasión el cine español ha tirado la casa por la ventana para esta película, cara de presupuesto, para recrear todo un mundo decadente del señor de Bearn, que ve cómo es sustituido por otro, apuntado por la independencia de Italia y la pérdida del poder temporal de la Iglesia católica.
Para ello hacía falta un alto presupuesto, localizaciones en Mallorca, donde transcurre la acción, y la recreación de la época nada fácil de lograr.
Pero además se da la circunstancia de que se ha contado con una buena novela de base, la escrita por Lorenzo Villalonga, considerada una de las mejores en lengua catalana, de la que, al parecer, no era sencillo conseguir su trasvase cinematográfico, y sin embargo Lola Salvador Maldonado lo ha logrado, con una buena narración llena de ambigüedad, de misterio, donde lo carnal, lo humano, lo espiritual y lo ideológico, conviven entre sombras y secretos que el espectador va descubriendo, siempre atento al discurrir de los personajes en un conflictivo y contradictorio siglo XIX, que se abre ante nuestros ojos, enriquecido por las bellísimas imágenes creadas por Jaime Chavarri, en colaboración con la fotografía de Hans Burmann, los decorados de Gil Parrondo y la figurinista Ivonne Blake, ambos estos últimos poseedores del Oscar de la Academia de Hollywood.
Jaime Chavarri no se ha apartado apenas de su trayectoria cinematográfica, ya que si en sus anteriores films 'Los viajes escolares' (1976) y 'El desencanto' (1976), la familia era el centro y eje, aquí también lo es la familia del señor de Bearn, un hombre de ideas liberales y masón por más señas.
En contraste está la figura de Juan Mayol, el sacerdote capellán de la familia que, tras los funerales de unos señores de la aristocracia, que desconoce su pasado, decide reconstruirlo y es quien relata esta historia.
En este sentido tal vez estos dos personajes se llevan la mayor parte del relato y por ende son los que están mejor dibujados complementados con su buen trabajo a cargo de la veteranía de Fernando Rey y el buen hacer de Imanol Arias, un nuevo y firme valor de nuestro cine.
Pero no le van a la saga las interpretaciones de Amparo Soler Leal, como la señora Doña María Antonia, en uno de sus mejores papeles para el cine, y de Ángela Molina como Xima, la sobrina, que, con sus breves pero espléndidas apariciones, sabe darle cada vez un matiz distinto a su papel, creando el enigmático clima de su personaje, radiante de belleza unas veces y de maldad en otras.
Está bien elegida la música de Francisco Guerrero.
Cinta importante e interesante que le da carácter y calidad a nuestro cine y categoría a la producción nacional.
Premio a la mejor actriz para Amparo Soler Leal del CEC y el Fotograma de plata. Premio del jurado en el Festival de Montreal.
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