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CRITICA
Por: PACO CASADO
La consagración de la realizadora india Mira Nair llegó con los títulos 'Salaam Bombay' (1988) y 'Mississippi Masala' (1991).
La primera apenas vista a través de algún cine-club y la otra no exhibida en nuestras tierras, por lo que difícilmente se puede conocer su cine.
No obstante en su nueva película, primera que hace sobre un guion no firmado por ella, aunque sí por otra mujer, Robin Swicord, y basado en la novela de Christine Bell, por lo que todo queda entre mujeres.
La directora ha llevado el film a su terreno, al que es el que mejor conoce.
En el año 1980 los Estados Unidos se abre a los refugiados cubanos y llega a Florida el último barco con un grupo de ellos.
Entre estos se encuentra Juan Raúl Pérez, un ex-preso político, y Dorita Pérez, una trabajadora de la caña de azúcar.
Dorita no tiene a nadie en Miami.
Jua Raúl tiene muer y una hija, pero veinte años de separación han cambiado las cosas entre ellos.
De esta manera el destino unirá a Dorita con Juan Raúl.
Es la historia de este cubano metido en las cárceles castristas durante veinte años, que por fin ve la luz de la libertad y marcha a Estados Unidos a buscar a su mujer, Carmela, y a su hija, Teresa, haciendo la travesía con Dorita, una mujer más joven que su esposa.
El azar hace que no lleguen a encontrarse a tiempo y mientras tanto las cosas cambian.
Las peripecias que transcurren mientras tanto apuntan al más puro de los melodramas al estilo indú, en el que el destino hace de las suyas, cruzándose personajes de distintas razas, con nostalgia por su tierra que, al llegar a Norteamérica, ven que no es oro todo lo que reluce, ni la libertad soñada es como se le presenta en la realidad, recluidos en un estadio de fútbol norteamericano.
En el tratamiento formal también se nota el origen indú de la realizadora, con colores fuertes y chillones, aunque por otra parte el ritmo de la cinta se haya hecho a la medida americana, no en vano es la segunda película que hace en este país, lo que no evita que de vez en cuando introduzca algún detalle surrealista.
Los actores, de probada eficacia, responden a las exigencias pedidas por sus respectivos personajes.
Ahí está la veteranía de Anjelica Huston, la profesionalidad de Alfred Molina o Chazz Palminteri y la dinámica Marisa Tomei que llena con su encanto todo el film, siendo la mejor de todo el reparto.
El guion deja algunas lagunas o hechos que no tienen una explicación lógica, tal vez al querer meter demasiadas cosas en el mismo saco en este irregular melodrama de origen cubano hecho por una hindú.
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