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CRITICA
Por: PACO CASADO
La filmografía cinematográfica en torno al sacerdote en la pantalla es bastante extensa, dando incluso origen a algún que otro folleto, publicado por ejemplo cuando se dedicó a este tema una retrospectiva en la Semana de Cine de Valladolid hace unos años.
Pero no ha sido nuestra cinematografía precisamente la que haya dado los mejores films que aportar a esta filmografía, a pesar de ser el nuestro un país católico.
El sacerdote ha sido tratado en España unas veces con tintes melodramáticos y otras demasiado a broma como para tomarse en serio en ninguna de las dos versiones.
En esta ocasión se ha elegido una vez más la versión de un cura zarzuelero, de verbena, para llevar a cabo una especie de sainete con pinceladas de humor, en la persona de un curíta maño, testarudo en sus convicciones, lo que hace que se enfrente a todo un pueblo dominado por los caciques y ancestrales costumbres de todo tipo, originando así algunos chistes y situaciones que más o menos actualizados logran hacer reír en ocasiones con una gracia facilona y con alguna que otra pincelada sentimental.
La figura del sacerdote, joven, con sotana y canas, es poco consecuente con sus ideas post-conciliares, pero esto para el caso es lo mismo, ya que el personaje está condicionado por la figura de Alfredo Landa y su comicidad, lo que hace que en ningún momento pueda tomarse esta cinta muy en serio en ninguno de los aspectos, cosa que parece han pretendido sus autores y que igualmente les ha importado poco que no se haga.
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