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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director mallorquín Agustí Villaronga debutó en el largometraje en 1985 con 'Tras el cristal' (1986), un film que provocó tanta fascinación como rechazo, pero de una fuerte personalidad, la misma que siguió en su segunda cinta, 'El niño de la luna' (1989), cinco años después y tuvo que esperar otros cinco años a ver realizado su tercera obra, primera que hace que no se basa en un guión propio, sino como ocurre en este caso en la novela de Georges Simenon que, por supuesto, tiene muy poco o nada que ver con su cine anterior.
Villaronga confiesa que no había leído nada de este autor, pero como buen profesional pronto se identifica con el trabajo que tiene entre manos y aunque no lo siente como nada propio, hace una cinta clásica del género al que pertenece la novela.
Un magnate de la industria cinematográfica deja al morir en Londres toda su fortuna a un hijo que tuvo accidentalmente con una corista y del que desconoce su paradero. Un amigo, el Mayor Owen, se encarga de marchar hasta Tahití para encontrarlo, pero alguien más está interesado en la gran fortuna del heredero.
Villaronga se limita a poner en pulcras imágenes el argumento de esta novela que no es de las que tienen más suspense del autor y que hasta incluso decepciona algo por su frío su desenlace.
Una buena ambientación, perfecta fotografía, ajustada puesta en escena y correcta interpretación en los intérpretes y a la espera del momento adecuado para poder seguir haciendo el cine personal que al director mallorquín le interesa.
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