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CRITICA
Por: PACO CASADO
Inglaterra ha sido un país con una amplia historia caballeresca.
Quizás en su primera época, por el entroncamiento de la caballería con las leyendas de los países germánicos, son bastantes más fantásticas que las del resto de Europa.
Por ello se presta mucho más a la construcción de un ambiente mágico, a la par que heróico.
Los magos y encantadores encontraron terreno abonado en la literatura primitiva de Inglaterra, y en los cantos y leyendas de los primeros reinados.
Similares a los pares franceses son los Caballeros de la Tabla Redonda, o caballeros del Rey Arturo, y a Roldán se corresponde Lanzarote.
El problema principal del largometraje es que no ha sabido transmitir con la debida intensidad ese ambiente entre misterioso y esforzado de las luchas y añagazas.
El valor de estos caballeros iba más allá de lo puro natural, y se enfrentaban en abstracto con las fuerzas del mal. Así no se ha visto en la película.
El film parece un western trasplantado de época, y cambiando los revólveres rápidos por pesadas lanzas.
Aparte de este defecto de concepción, Richard Thorpe, demuestra su torpeza con la fórmula del Cinemascope, entonces aún muy nuevo.
No es que se esperara de Thorpe una labor magistral, pero al menos siempre ha demostrado un sentido artesanal de nivel medio, al cual aquí no llega.
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