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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es que sea una norma segura, pero con bastante frecuencia se cumple aquello de que nunca segunda partes fueron buenas.
Los productores cinematográficos se empeñan en seguir con las historias en cuanto encuentran un tema que resulta comercial.
Fue un hallazgo 'Speed. Máxima potencia' (1994) y quedó bastante bien, con buenos resultados en taquilla.
Empeñarse en hacer una segunda parte o continuación o como se le quiera llamar, nos parece un error.
En esta ocasión la pareja se ha roto y el nuevo novio de la chica es también policía y salvador de la Humanidad, como suele ser frecuente en estos casos, aunque aquí no llegue más que a salvar a los pasajeros de un crucero de lujo que son víctimas de un maníaco asesino, un ex-empleado de la compañía naviera que le ha despedido.
Su venganza consistirá en robar una colección de valiosas joyas y de camino estrellar el barco contra un pueblo costero del caribe.
Esta trama da lugar a mucha acción, a que el protagonista no pare en toda la película, aunque a veces no tenga ni idea de lo que está haciendo, y también a que se destruyan decorados de la forma más vistosa posible para que conforme la traca final de esta clase de espectáculos.
De no ser así no se quedarían contentos ni los productores ni los espectadores, que no acudirían a verlos.
El film cuenta con la siempre grata presencia de Sandra Bullock, un malo de lujo en Willem Dafoe y un sosito protagonista en Jason Patric.
La realización peca de lo que ya va siendo habitual en esta clase de cintas, un montaje demasiado en corto, abuso de la cámara a mano, lo que produce un efecto realmente mareante a lo largo de toda la proyección, y no precisamente por la olas del mar.
En cierto modo compensa la banda sonora con algunos grupos y canciones de actualidad.
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