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CRITICA
Por: PACO CASADO
Basada en la estupenda novela de Graham Swift, ganadora del prestigioso Booker Prize, cuenta el viaje de cuatro hombres hasta Margete para arrojar al mar las cenizas de su amigo Jack cumpliendo su última voluntad.
El firme Ray, el esquivo Vic, el frágil Lenny, conducidos por Vince, el grandullón.
Su esposa no desea acompañarlos y por el camino, partiendo desde el pub donde se reunían a tomar copas, van recordando su inquebrantable amistad, forjada durante la guerra, y continuada en tiempos de paz, rememorando sus relaciones con las mujeres, los hijos, así como los buenos y los malos momentos.
Son hombres sencillos, con trabajos humildes, que les dan para vivir sin holgura, desde carnicero a vendedor de coches usados, empleo del hijo adoptivo del finado que se brinda a llevarlos en un lujoso mercedes, como requiere el motivo del viaje.
Un viaje también interior que nos va descubriendo el carácter de cada uno de ellos mientras dilucidan algunas cuitas.
Una sencilla película, sensible y serena, con una estructura de guion en constante flash-back donde se rememora el tiempo pasado, siendo lo más flojo del film los instantes juveniles en que los actores de la cabecera de cartel son sustituidos por otros más jóvenes.
Su mejor valor es la actuación de estos monstruos de la pantalla capitaneados por Michael Caine, representativos de la mejor época del cine británico, junto al estupendo guion que vaga por el mundo de los sentimientos sin sentimentalismos, el paso del tiempo y la muerte, que nos mantiene enganchados hasta saber los motivos de esa última voluntad.
El director Fred Shepisi nunca se caracterizó por la creatividad, ni por ser demasiado brillante, pero aquí logra una puesta en escena ligera y segura, que empasta bien la actuación de todos los actores, incluida Helen Mirren, único personaje femenino de esta historia.
En la banda sonora se incluyen varias canciones, entre ellas la conocida Chatanoga choo, choo.
Un sensible canto a la amistad lleno de nobleza y virilidad, sazonado con buen sentido del humor y una pizca de amargura.
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