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CRITICA
Por: PACO CASADO
Elegida para clausurar la pasada edición del Festival de Cine de Sitges, llega a las pantallas esta segunda película americana del director sueco Mikael Häfström. La primera fue 'Sin control', que se basaba en el best-seller de James Seigel.
En esta ocasión se vuelve a apoyar en un texto literario, esta vez del famoso Stephen King, pero a diferencia de aquella es un relato breve de unas 10 páginas, en las que Mike Enslin (alter ego de Stephen King) escribe sobre casas embrujadas con gran éxito e igual excepticismo, tiene el proyecto de hacerlo ahora con los hoteles, destripando las supersticiones sobre los mismos o si son simples leyendas urbanas.
De entrada asume el reto de pasar una noche en la habitación 1408 del Hotel Dolphin, de Manhattan, algo que finalmente logra tan discutir con el director del establecimiento que le pone en conocimiento del peligro que corre y de los antecedentes de las muertes de clientes que anteriormente permanecieron en la misma, controlada por fuerzas sobrenaturales. A poco de entrar en ella comienzan a sucederse los fenómenos extraños.
El inicio de la película es lo más interesante, ya que la segunda parte se conforma con el cúmulo de efectos especiales que se acumulan en ella y donde el espectador, y creemos que el escritor y el director, pierden el rumbo al no saber si lo que allí sucede es realidad o fruto de la imaginación de Mike Enslin, quien pierde el control del presente, de su pasado y del futuro.
A pesar de ello y de un final tramposo y previsible, el film entretiene, si uno se deja llevar, y se sale un poco de los parámetros normales de los habituales del cine de este género sin tener que recurrir a vísceras ni sucesos inexplicables.
Es un reto para el guionista que alarga el relato con datos del pasado de Mike, como la pérdida de su hija que produjo la separación de su esposa lo que sirve para añadir algo más a la pesadilla que vive, a enfrentarse con su demonios personales y darle un poco de humanidad al personaje atrapado en la maldita habitación.
Lo es también para el actor John Cusack que se lleva más de la mitad de la cinta solo, soportando la pesadilla, con tan breves intervenciones de Samuel L. Jackson y Mary McCormack como la esposa.
La dirección no abusa de los sustos fáciles para aterrar sino del terror psicológico para mantener la intriga.
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