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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para su séptimo largometraje Eduardo Mignogna vuelve a trabajar con Norma Aleandro, con quien ya lo hizo en 'Sol de otoño' (1996), y fue ella quien le pidió que le escribiera un nuevo papel.
Ella es, precisamente, alma y vida de esta película en la que incorpora a Cleopatra, una mujer que ha pasado de los 60, maestra jubilada, 37 años casada con Roberto, víctima del sistema, que lleva dos años en paro, y madre de dos hijos que viven fuera, uno en Nueva York y otro en España.
Siempre deseó ser actriz, pero se limitó a ser lo que los demás querían de ella. Y ese es el dilema del film, vivir como se debe o como se desea ser en la vida.
Hacer lo que debemos o lo que sentimos y sobre todo pararnos a pensar.
Es un tema universal, porque hay muchas mujeres así por el mundo.
La casualidad le une a Sandra, una actriz de culebrones que están también harta de su vida y de ser manipulada por todos los demás.
Ambas huyen a ninguna parte, lejos de la rutina diaria y cambiar sus vidas al menos durante 72 horas que dura su escapada y que puede transformar sus vidas, en los encuentros fortuitos que llevan a cabo.
Las dos van aprendiendo la una de la otra y empiezan a ser ellas mismas, encontrando su identidad y la felicidad.
Con esta comedia, rica en matices, no exenta de emoción y de momentos melancólicos sobre la libertad y las ganas de vivir, sobre lo que ocurre cuando no se siguen los dictados del corazón, Eduardo Mignogna vuelve a los personajes femeninos, a sus historias intimistas que tanto le gusta y que ya puso de manifiesto en Sol de otoño (1996), mientras que los personajes masculinos aquí son simplemente decorativos y sirven de apoyo al principal de Cleopatra.
Norma Aleandro nos recuerda a la feliniana Gelsomina con su gran cantidad de gestos y matices, apoderándose de la pantalla con su inteligente interpretación, en contraste con la jovial belleza de Natalia Oreiro que da naturalidad y dulzura a Sandra y el buen hacer de los actores. Una historia correctamente realizada, sencilla, cercana y emotiva, que llega al corazón e invita a la reflexión.
En el Festival de Montreal ganó el premio a la mejor película latinoamericana y el del público. En el XVIII Festival de Fort Lauderlade los premios a la mejor película extranjera y mejor actriz.
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