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CRITICA
Por: PACO CASADO
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Raras veces las películas se exhiben en nuestro país con una traducción exacta del título original, y así ocurre, una vez más, con 'La secta' (2023) que el original es A sacrifice, aunque en otros lugares aparece como Berlin nobody.
De una forma o de otra los dos primeros son válidos, ya que ambos le cuadran bien al contenido argumental de ésta que hoy comentamos.
Esta es la historia de un escritor y psicólogo social norteamericano, Ben Monroe, que se traslada a Berlín donde da clases en la universidad y lleva a cabo una tesis sobre la mentalidad de culto y el peligroso pensamiento grupal, al tiempo que investiga sobre una secta de carácter local que está relacionada con un suceso que se ha producido en la ciudad, como es el sacrificio masivo de todos y cada uno de sus miembros, que tienen como norma que "una persona solitaria no es nada, el grupo lo es todo.
Por otra parte Mazzy, su adolescente hija, está a punto de llegar y en el aeropuerto le pide ayuda sobre una calle a un simpático joven alemán, Martin, que dice trabajar para una ONG, con el que entabla relaciones posteriormente, y la verdad es que pertenece a la susodicha secta, de la que tan sólo quedó viva en aquel suicidio colectivo la líder, Hilma, ya que se fueron matando unos a otro y que ella pudiera vivir para continuar la labor.
Avisado por Max Auman, su colega de la universidad, Ben acude al lugar de los hechos donde conoce a Nina, una especialista en cultos y colaboradora de la policía en estos casos, que ha leído su libro "El poder del pensamiento grupal" que ha sido un éxito de ventas.
Esto no es más que el comienzo de esta previsible y poco convincente historia, algo falta de ideas, que se desarrolla a buen ritmo durante la primera hora en la que vamos conociendo un poco más a fondo a cada uno de los personajes y las relaciones que guardan entre ellos, mientras va interesando al espectador y metiéndolo de lleno en el argumento.
El guion se basa en la novela Tokyo, escrita por Nicholas Hogg, que está llevado a cabo por la propia directora, Jordan Scott, la hija de Ridley Scott, que respalda esta producción, que se ha guardado la mayor parte de la acción para la media hora final del film con la presencia del suspense de cómo acabará este relato.
Tanto Eric Bana en el personaje del padre como Sadie Sink en el papel de la hija, acaparan el protagonismo estando ambos bastante convincentes.
En definitiva un producto entretenido, que no pretende nada más que hacer pasa un buen rato al espectador.
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