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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es la primera vez que un actor se pasa a la dirección ni será la última.
Matt Dillon ya había dirigido algún telefilm y ahora lo hace con su primer largometraje, ambientado en Camboya, ciudad de la que se enamoró y pidió a su amigo Barry Gifford, el sobrevalorado guionista de varias películas de David Lynch, que le ayudara a crear un guion apropiado, lo que se deja notar y marca la pauta de un relato en el que pasan muchas cosas que mantienen el interés del espectador.
Jimmy, agente de seguros, se ve sorprendido cuando un huracán deja a muchos de sus clientes sin techo y Marvin, su jefe y mentor, ha huido dejándole como responsable de la compañía. Pronto emprende su búsqueda que le lleva a Camboya donde tratará de poner las cosas en claro, cuando ya está metido en estafar al ejército del país.
Es una cinta de aventuras, de esas que ya no se ven con tanta frecuencia, donde se mezcla el thriller con la historia de amor con Sophie que nos resulta algo postiza, como si hubiera que dar entrada a una actriz a la fuerza para adornar el cartel.
La violencia es casi una forma de vida ya que son frecuentes los ladrones, estafadores o mafias rusas refugiados allí al no tener tratado de extradición.
Es una película al menos curiosa, con un estilo actual y al mismo tiempo clásico, con un argumento irregular pero coherente, el viaje iniciático de un timador arrepentido en busca de redención, con una intriga que se enreda demasiado.
En la banda sonora de oye de fondo la canción Háblame de amor cantada en francés.
La dirección de Matt Dillon tiene los fallos del novato, con pérdidas de ritmo, escenas algo confusas junto a aspectos logrados, como la ambientación, con una atmósfera perturbadora.
Destaca el ambiguo personaje de Marvin, interpretado por James Caan de forma estupenda, siendo el que más brilla Gérard Depardieu por su desparpajo, y sin descuidar a los personajes secundarios.
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