Por  PACO CASADO

 Según se dice al comienzo, esta película es más real de lo que pueda parecer y en algún lugar hemos leído que tiene más de verdad que de ficción. Se trata del libro escrito por Jon Ronson basado en los reportajes de la BBC acerca de una unidad norteamericana, llamada el Ejército de la Nueva Tierra, creada allá por los años setenta para aplicar la parasicología a las técnicas de guerra con la que se pretendía vencer al enemigo dominándolo con el simple poder de la mente.
 A veces únicamente con observar la realidad se puede obtener el argumento de la más loca de las comedias, y así ocurre con esta historia real en buena parte de la misma.
 El periodista Bob Wilton, tras tener problemas con su esposa, que le cree un fracasado, al conocer a Lyn Cassady, decide marcharse con él a la guerra para comprobar sobre el terreno lo alucinante del relato que le ha contado acerca de los poderes de la mente y su aplicación al ejército, demostrándole así a su mujer que es capaz de triunfar en su profesión.
 Tras la proyección de esta chiflada comedia, uno sale pensando en qué manos estamos, con estos locos americanos que se les ocurren ideas tan descabelladas, tan sin sentido por muy avanzado que se quiera ser, adoptando las más modernas técnicas bélicas.
 Film independiente, realizado por Grant Heslov, un habitual actor secundario y guionista de la interesante Buenas noches y buena suerte, con el que debuta en la dirección al amparo de su amigo George Clooney, que no ha tenido inconveniente en encabezar el cartel de los estupendos actores que componen su reparto que han aceptado interpretar tamaño desvarío.
 Comedia surrealista, con dos o tras situaciones cómicas, ya vistas en el trayler, y poco más, que pretende ser una vitriólica sátira sobre las excentricidades del ejército americano y una crítica del belicismo de la era de Bush.
 Cinta desconcertante para el espectador atraído por el atractivo de su cabecera de reparto o tal vez por la locura que ya de por sí es su tan surrealista como disparatado título que en su argumento juega con la paranoia de algunos militares.
 La cuestión está en que esto no hay quien se lo crea por muy real que fuera, el guión no le saca toda la diversión y el jugo que pudieran tener sus alocadas situaciones, la puesta en escena del novato Grant Heslov tampoco contribuye a su logro y los que se han debido divertir son los actores, que no el público que paga por ver esta tomadura de pelo.