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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay actores que pasan a la dirección por vanidad, por variar de oficio, por controlar sus producciones, pero en cambio otros lo hacen por la necesidad de contar una historia. En este último grupo podríamos meter a Tommy Lee Jones, un actor serio, sobrio en sus actuaciones, que parece querer seguir la senda de Clint Eastwood.
Tras una primera experiencia en la realización de un telefilm hace diez años, titulado The good old boys, con Matt Damon, Frances McDormand y él mismo, decide pasarse al largometraje.
En colaboración con Guillermo Arriaga, autor de los guiones de Amores perros y 21 gramos, nos cuenta una historia real, la de Melquiades Estrada, un pobre mejicano que trabaja a las órdenes de Pete Perkins, a quien un día le hizo prometer que si le ocurría algo le llevaría a ser enterrado en su pueblo donde descansar en paz.
Un día recibe por error dos balazos en el pecho de un corrupto vigilante y éste lo entierra, sin que ni el sheriff ni la guardia de frontera le den mucha importancia al hecho y echándole tierra encima. Pero Pete no va a dejar las cosas así y por su cuenta hará que se haga justicia y se cumpla el deseo de su amigo, obligando a Mike, el responsable del hecho, a desenterrar el cadáver y ayudarle a llevarlo a su pueblo dándole sepultura con la dignidad que se merece.
La película pone de manifiesto temas que interesan, como los problemas de la relación de dos pueblos que comparten frontera y un intercambio de culturas aunque sean muy diferentes incluso en el idioma, la convivencia racial, el racismo, la amistad, la búsqueda de la justicia, la solidaridad con los desposeídos, los compromisos morales de la amistad, el hallazgo de la dignidad y el respeto por la vida ajena.
Desgraciadamente no parece haber interesado mucho en Estados Unidos donde el film pasó desapercibido incluso para la Academia ya que no ha sido considerado en ningún apartado, tras recibir en Cannes los premios al mejor actor y mejor guión.
Narrativamente éste tiene dos partes, una con el sello de Arriaga en el que por corte directo nos ofrece los flash backs en los que nos da referencias de lo ocurrido y una segunda más tranquila y serena en la que de forma lineal continúa el relato en tiempo actual por las resecas tierras de la frontera entre Texas y México.
En sus secuencias se deslizan la ironía, las injusticias la gloria, la belleza y la redención.
Un trabajo sobrio y contenido de Tommy Lee Jones, bien seguido por Barry Pepper que tiene el personaje más desagradecido de Mike Norton, el que más evoluciona a través de la narración, al que Perkins trata de hacerle ver la profundidad de su terrible error aunque fuera involuntario, a través del doble viaje, físico e interior, con un singular sentido de la justicia poética, hondura moral, exaltación del arrepentimiento, la expiación y el perdón.
Están muy bien descritos los personajes, no sólo los tres principales del relato sino también los auxiliares como la camarera o la esposa del vigilante que tienen su importancia en la cinta.
Tommy Lee Jones como director hace una puesta en escena en la que deja libre a los actores y él mismo tiene una actuación contenida y seria, de lo mejor de su carrera.
Una historia sencilla, sin muchas pretensiones, pero muy bien hecha, con habilidad y solvencia, con una estupenda fotografía de Chris Menges.
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