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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si hubiera que hacer una antología de los horrores que se muestran en las cintas del género habría que contar con ésta, cuya originalidad brilla por su ausencia, con un planteamiento manido en el género y con unos personajes de nula psicología.
Su argumento es muy leve, a tono con su duración.
Tres chicas y dos chicos viajan a un bosque donde alquilan una cabaña en un apartado lugar para pasar el fin de semana, donde sin saberlo liberan a una serie de demonios.
En el sótano encuentran un libro, un cuchillo y un magnetófono que habla de viejos ritos sumerios y de la resurrección de antepasados, si se pronuncian determinadas palabras de una fórmula mágica.
A partir de ahí y a poco de comenzar el film, los horrores se suceden en cadena, casi sin dar respiro al espectador.
Desde objetos que se mueven a posesiones diabólicas, ojos en blanco, transformaciones, descuartizamientos, cabezas separadas del tronco, caños de sangre por doquier en un auténtico baño de hemoglobina, hasta terminar con todos los personajes en una auténtica pesadilla de horrores y alucinaciones sin cuento.
Ante esto no caben más que dos soluciones, tomárselo a broma, si es posible evadirse de los horrores de la pantalla, o en serio y pasarlo muy mal ante tantos desatinos y macabras intenciones.
Es la ópera prima de Sam Raimi, que acumula un efecto detrás de otro para sorprender en cada momento con un sobresalto más.
Cinta de muy escaso presupuesto (150.000 dólares), con un guion delirante y absurdo, con acumulación de tópicos, que comenzó a rodarse en septiembre de 1979 en 16 mm., inflada posteriormente para su presentación y explotación comercial.
Desgraciadamente se ha convertido en una película de culto para los amantes del gore.
Como curiosidades apuntamos que rinde homenaje a H. P. Lovecraft y Wes Craven (en el sótano hay colgado un cartel de Las colinas tienen ojos).
El libro que encuentran es el Necronomicón o Libro de los muertos encuadernado en piel humana y escrito con sangre.
Destaca la escena de la violación de la primera víctima...por un puñado de árboles.
Tuvo dos secuelas, Terroríficamente muertos y El ejército de las tinieblas y no descarta hacer una cuarta. Los imaginativos e imposibles movimientos de cámara e ingeniosos trávellings eran para evitar muchas tomas y ahorrar celuloide.
Se presentó en el mercado del Festival de cine de Cannes en 1982 y consiguió dos premios en el Festival de Sitges, a los efectos especiales y de la crítica.
Stephen King dijo de ella: "Es la película de horror más feroz y original del año".
Sam Raimi tenía 22 años cuando hizo este film.
Premio OFTA. Premio Saturo de ka Academia de ciencia ficción, fantasía y horror. Clavel de plata a los mejores efectos especiales y premio de la critica en Sitges.
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