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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta cómo se desarrolla la vida durante un día en la cocina de un gran restaurante de Nueva York en la que trabaja un buen número de empleados, muchos de ellos inmigrantes ilegales de distintos países, cada uno con su especialización en unos determinados platos de comida, unos más sofisticados que otros y algunos de los más populares y corrientes.
A través de ellos se mezclan las culturas de todo el mundo, sobre todo en las horas puntas del almuerzo y la cena, momentos en los que acude toda clase de personas a comer y cada una tiene sus preferencias.
En esa cocina se desarrollan también cuestiones personales, historias y problemas entre los mismos empleados en la que a veces se dan algunas rencillas e incluso peleas entre ellos.
Así uno de los cocineros más destacados es el mexicano Pedro que ya ha sido avisado en varias ocasiones por Luis, el chef, y amenazado de ser expulsado por su pendenciera conducta, pero el mismo tiempo es el más popular y querido de todos los demás.
A él le llega una joven cocinera que la ponen bajo su custodia a la que ya conocía desde cuando era pequeña.
Pedro tiene amores con una camarera americana, que se ha quedado embarazada y se plantea el dilena de si seguir adelante o abortar y por otro lado tal vez él tenga la idea de poder conseguir así los papeles para salir de la ilegalidad y tener la nacionalidad.
Hay también un norteamericano que no se lleva muy bien con Pedro y que apenas se relaciona con los demás compañeros, siempre va a lo suyo y también el caso de un robo de dinero.
La historia tiene lugar en la mayor parte del tiempo, entre fogones, salvo alguna que otra salida a la calle durante el tiempo de descanso, en el que se cuentan sus sueños a conseguir de cada uno de ellos.
Esto es debido a que el guion se basa en la obra de teatro de igual título escrita en 1957 que fue el debut escénico de su autor, Arnold Wesker, un poeta y novelista inglés, en la que cuenta su propia experiencia personal en el West End de Londres trasladado al Hell's Kitchen de Nueva York en la película.
Es una obra fílmica ciertamente ambiciosa no sólo por el excesivo metraje, que se podía haber contado en menos tiempos si no hubiera tantos personajes e historias, sino también por querer abarcar demasiado y parece que se le escapa de las manos por momentos.
Está también la relación con el chef e incluso con el dueño del restaurante que de vez en cuando los vista y en una ocasión les propone resolver un problema: "yo tengo una cerilla y he de encender la chimenea, una lámpara de aceite y una vela ¿Cual enciendo primero?.
En este caso se ha elegido estar filmada en blanco y negro con algún pequeño momento en color.
El muy premiado director mexicano Alonso Ruizpalacios hace con esta su cuarta película además de varios cortos y series de televisión, que pasan de la docena de títulos que componen su filmografía hasta el momento de escribir este comentario que mueve la cámra con una gran habilidad de forma realista.
Premio Barrière 50 aniversario en el festival de Deauville. Premio a la mejor narrativa en los Festivales de Heartland, BendFilm y mención de honor en el de Filadelfia.
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