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CRITICA
Por: PACO CASADO
Claude Chabrol es uno de los directores más famosos de la Nueva ola francesa y al mismo tiempo, al principio, uno de los más irregular.
Ensambla perfectamente en esa dualidad el querer hacer un cine artístico y a la vez comercial, en el que, tal vez, unas veces haya sacrificado una cosa por la otra sin conseguir el producto acabado que le otorgue la categoría de maestro.
No obstante, con el paso de los años, creemos que Claude Chabrol, como su cine, ha ido madurando hasta conseguir lo que ha logrado en sus últimas películas vistas en España, 'La mujer infiel' (1969), 'Accidente sin huella' (1969) y 'El carnicero' (1970).
Cuenta aquí la historia de la amistad de Popaul, un hombre de clase trabajadora, de profesión carnicero, y de Hélène, una reprimida maestra de escuela, que se conocen en una boda y se hacen amigos.
Esta amistad coincide con una serie de asesinatos que suceden en el pintoresco pequeño pueblo en el que ambos viven, cometidos por un sádico criminal que conmueve a los habitantes de la comarca y a pesar de que la policía hace una investigación exhaustiva no logra resultados.
Al margen del fondo policiaco, el argumento se desarrolla como un tema amoroso y sentimental al que se le va intorduciendo en un ambiente angustioso insensiblemente.
Claude Chabrol, amparado en los posibles alicientes de un cine comercial con suspense, nos relata una historia íntima, sentida, con personalidad, con cariño.
Por una parte nos muestra con una gran sensibilidad el dulce transcurrir de la vida en ese pueblecito de la provincia francesa.
Por otro, en paralelo, la disección casi anatómica de dos almas con sus problemas interiores.
De ambos ejercicios de estilo nos quedamos con el primero que llena una gran parte de la historia.
Las escenas se suceden plácidamente con la tranquilidad del discurrir de la vida en el pueblo, como si el espectador formara parte como uno más de la comunidad.
La capacidad de observación, los pequeños detalles, enriquecen este tipo de cine cuidado y casi perfecto.
Junto a ello, como hemos dicho antes, la disección de dos almas.
La maestra con su desengaño amoroso, y el carnicero, con su problema psíquico a cuestas a consecuencia de lo vivido en la guerra luchando durante quince años en las colonias, cuya actitud parece justificarle.
Ambos forman una bonita pareja, en la que Claude Chabrol luce sus experimentos de penetración en las interioridades de sus almas.
Pero no se quiere complicar excesivamente la vida llegando a muchas profundidades, como tampoco le interesa en exceso el problema policiaco que en torno a ellos surge y le da de lado, no hay datos ni nada que entorpezca la intencionalidad primera del autor, a quien le interesa más las relaciones hombre mujer, sencilla, esquemática y estudiar las consecuencias que de este acercamiento se derivan.
Por una parte acercamiento al hombre, enfermo en este caso, y también a la mujer que permanece a su lado, con la que se relaciona, le ama y le quiere.
Todo esto está en el guion que ha escrito el propio Claude Chabrol, que se ha encargado de llevar él mismo a la pantalla y transformarlo en bellas imágenes, tratadas con gusto y tacto y donde hasta la propia violencia queda en segundo término sin recrearse en ella en absoluto, tratando no obstante de sacar el máximo partido de este aspecto.
En esta misma línea de calidad está la buena fotografía de Jean Rabier con un acertado colorido y la música de Pierre Jansen, que resulta muy adecuada.
En el apartado interpretativo hay que destacar la buena labor de Stéphane Audran, actriz en la que ha encontrado su esposo Claude Chabrol a su musa preferida.
Premio Bodil al mejor film europeo. Premio a la mejor actriz Stéphane Audran y premio del CEC al mejor guion original en el Festival de San Sebastián.
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