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CRITICA
Por: PACO CASADO
El guionista y director David O. Russell debutó en la dirección de un largometraje con 'Spanking the monkey' (1994) con la que ganó numerosos premios y le propició el poder hacer 'Flirteando con el desastre' (1996), una comedia con personajes traumatizados, necesitados de cariño, tocados de angustia vital y en situaciones límites con los que hacía una sátira desorbitada a veces e inteligente otras.
Después se metió con la guerra del Golfo en 'Tres reyes' (1999) en su primer film de gran presupuesto donde ironizaba sobre el conflicto bélico con bastante mala uva.
Y ahora vuelve de nuevo a una comedia algo parecida a 'Flirteando con el desastre' (1996) en la que parece que quiere algo poco menos que imposible, como es hacer un tratado de filosofía existencial trasladado al celuloide, resultando realmente intragable y logrando cierta ceremonia de la confusión.
Para ello se ha rodeado de un extenso y estupendo reparto de actores para que la cinta, a priori, pueda tener cierto gancho comercial, pero que puede resultar negativo en los comentarios posteriores del público que sale de la sala sin entender nada de lo que pasa, ya que se larga doctrina por un tubo de elevando contenido intelectual y sin dar respiro al espectador para poderla digerir, obteniendo un resultado bastante mediocre.
Y esto lo hace a través de Albert Markovsky, un loco ecologista, defensor de la naturaleza que busca ayuda en una agencia de detectives existenciales que le aclaren una serie de coincidencias, lo que le lleva hasta Brad Stand, un ejecutivo que asciende en una cadena de supermercados y a su novia, Dawn Campbell, la modelo que hace la publicidad del establecimiento y a Tommy Corn, un bombero que se identifica con su problema, que al final termina resolviendo Caterine Vauban, una extremista que ha escrito un libro en torno al tema.
En la banda sonora se incluye el Concierto núm. 14 para cuerda de Beethoven.
Su cine nos recuerda al de otro guionista y director, Charlie Kaufman en cuanto a sus contenidos.
Hay que ser todo un licenciado en filosofía o psicología para ver esta surrealista comedia si se quiere entender algo y no creemos que sea el cine el vehículo más apropiado para ello.
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