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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tercer largometraje de Ernesto del Río, del que confesamos no conocer ni los títulos de los dos primeros, ya que no deben haberse estrenado.
Sorprende, no obstante, el oficio de este realizador al contarnos esta historia en la que conjuga perfectamente el tema del homosexualismo con el aspecto policiaco, en un género como el thriller que parece que va en alza en los últimos tiempos en el cine español.
En la primera parte nos presenta la vida de Bruno, un joven chapero bien parecido, que se anuncia en los periódicos con el apunte de "hotel y domicilio" para dar facilidades a su clientela, que trama amistad con un médico forense homosexual.
En la segunda mitad se centra en el asesinato de un ex-policía que extorsiona a Bruno y su posterior investigación policial en la que se ven implicados los protagonistas.
Aquello del criminal nunca gana o si hay crimen que se justifique, parece que son temas o preguntas que se plantea Ernesto del Río en este película, bien llevada por otra parte, al ritmo adecuado, con la interpretación precisa en Santiago Ramos, Enrique San Francisco o Manuel Cervino y más adocenada en Jorge Sanz, que se nota cuando no lo dirige una mano más segura, como la de Vicente Aranda, que tiene altibajos, con buenos momentos y otros más flojos.
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