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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante un documental con algunas pinceladas de argumento en torno al pueblo de Baena, de la provincia de Córdoba, durante la Semana Santa, tiempo en el que los niños están de vacaciones, mientras las mujeres cosen la ropa propia de esas fiestas o se encargan de hacer la comida de esos días festivos.
A lo largo del metraje podemos ver varios pasos con imágenes que reflejan algunos momentos de la Pasión de Cristo, mientras un pintor trata de retratar la naturaleza trabajando en medio de un bosque.
Ese pintor viejo es Paco Ariza, que además responde a algunas preguntas que le hace Antonio, un simpático chaval solitario, de pocos años, sobre las cosas que tiene dudas, para satisfacer su curiosidad, que en otros momentos habla con su amigo Pedro o igualmente interroga al cura del pueblo, el Padre Don Jesús J. Corredor Caballero que le ilustra sobre algunos aspectos de la pasión que se conmemora en esos días santos, sobre si un conejo que ha muerto va al cielo o si los burros tienen ángel de la guarda.
Paco le enseña a Antonio a pintar y a observar la vida.
Los pueblos son un lugar a los que podemos volver, porque en ellos seguimos siendo siempre niños, como Antonio, que evoca su infancia en ese pequeño pueblo cordobés y su mente lo lleva al ritual de la Semana Santa en un momento en el que presenciamos una tamborrada en la puerta de una iglesia, con gente vestida como unos extraños nazarenos de capirotes que no son los habituales, y mientras sale la procesión, una mujer canta una saeta, en la que se aprecian los tiempos y las pausas de ese cante.
Se ven algunas imágenes de Jesús preso por los judíos, en el Huerto de los olivos, o a una dolorosa con el rostro de Cristo impreso en un lienzo.
En otros momentos las manos de las mujeres apañan la ropa o hacen sus tareas domésticas cumpliendo las tradiciones de una región tan identitaria como es Andalucía.
Todo ello está narrado por una voz en off que le da cierta unidad, explicando algo al respecto o citando alguna frase de Miguel Hernández.
Antonio recuerda a Paco, un pintor ya mayor, que le enseña a conservar la vida como un paso hacia la muerte, que de esa forma intenta calmar las inquietudes del niño sobre la religión.
El cura Don Jesús, ha formado un grupo de teatro con gentes de la parroquia que ensayan escenas de la pasión.
Hay muchos planos de manos viejas que se ejercitan en diversos oficios.
Pero sobre todo hay que destacar la perfecta fotografía en un nítido blanco y negro con algunos fragmentos en color.
Hay que hacer notar la presencia del pintor Paco Ariza y sobre todo el extraordinario buen hacer ante las cámaras del pequeño Antonio que no se corta por hacer las preguntas que se les ocurren, muchas de ellas llenas de gracia.
Todo ello está expuesto con una cámara ágil a la hora de mostrar las imágenes guiada por la buena dirección los directores Alfredo Picazo y Luis (Soto) Muñoz.
(Soto) es el apodo como se le conoce en el pueblo.
Premio Tierras en trance en el Festival de cine de Gijón. Premio Juan Antonio Bermúdez al mejor film del Panorama Andaluz en el Festival de cine europeo de Sevilla. Nominado al premio ASECAN al mejor director.
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