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CRITICA
Por: PACO CASADO
Han sido varias las adaptadaciones de la obra del escritor sudafricano J.R.R. Tolkien al cine en varias ocasiones al correr de los tiempos.
La primera fue 'El Hobitt' (1977), dirigida por Julius Bass, que no conocemos.
Hay una segunda 'El señor de los anillos' (1978) de Ralph Bakshi, en dibujos animados, de la que se planteó hacer una segunda parte que nunca se llegó a realizar
La tercera es 'El retorno del rey' (1980) con Julius Bass de nuevo al mando.
La cuarta es la célebre trilogía compuesta por 'La comunidad del anillo' (2001), 'Las dos torres' (2002) y 'El retorno del rey' (2003), todas ellas dirigidas por Peter Jackson.
Por último está la llamada trilogía de El Hobbit compuesta por 'Un viaje inesperado' (2012), 'La desolación de Smaug' (2013) y 'La batalla de los Cinco Ejércitos' (2014), también realizada por Peter Jackson..
Ahora nos llega otra nueva película 'El señor de los anillos. La guerra de los Rohirrim' (2024) sobre el mismo tema, esta vez en dibujos animados, que nos cuenta otro capítulo más.
Además de las mencionadas para el cine hay multitud de versiones en video y en series de televisión.
La que ahora nos ocupa es la estrenada esta semana que narra la historia jamás contada del Abismo de Helm, sucedida doscientos años antes de la fatídica guerra, que cuenta la vida y los tiempos ensangrentados de la fundación de la Casa de Helm Hammerhand, por el legendario rey Rohan.
La acción se ambienta en el año 183, acontecida en el tiempo anterior a los hechos que se contaban en la trilogía última que se vio sobre este relato.
Un inesperado ataque llevado a cabo por Wulf, el despiadado señor de los Dunlending, que trata de vengar la muerte de su padre, encontrando la resistencia del pueblo de Helm en su poderosa fortaleza en la que Héra, su hija, se pone al frente contra el ahora mortal enemigo.
Esta vez la dirección está en las manos del cineasta japonés Kenji Kamiyama, que procede del campo de la televisión, que es su décimo largometraje para el cine, que realiza con buenos efectos visuales, con un guion poco clarificador, pero a buen ritmo haciendo que el interés del espectador no decaiga en ningún momento, máximo si es admirador y lector de esta famosa obra que ha llamado la atención de los medios, cine, video o televisión, y que tantos admiradores tiene el texto de Tolkien, y aunque si no lo son puede que no les satisfaga al mismo nivel.
El resultado es un film sólido, correcto, atractivo, demasiado largo, sin mayores pretensiones de superar lo hecho anteriormente, pero disfrutable en muchos instantes, con grandes batallas realzadas con lucimiento en la gran pantalla, con escenas violentas, a pesar de ser de animación, que constituye un aporte más al mundo fantástico de Tolkien.
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