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CRITICA
Por: PACO CASADO
No sabemos si el público está perdiendo el gusto por las películas de aventuras o es que cuando no tienen efectos especiales ya no son de las preferencias actuales.
En el guion de este film se mezclan dos historias y dos géneros. Por una parte está Frank Carden, un profesional del crimen, ex-militar, entrenado por el gobierno, ha de cumplir un contrato al que se ha comprometido que tiene dos partes, pero al sufrir un accidente y caer en manos de la policía queda pendiente la segunda.
La otra historia es la de Ray Keener, un padre viudo y su rebelde hijo adolescente Chris.
Para trata de acercar posturas y tener un poco de convivencia, deciden hacer una excursión a la montaña.
Es ahí donde se cruzan ambas, ya que Frank al intentar escapar cae en manos de Ray, ex-policía y actual entrenador de béisbol, que se compromete a entregarlo a la justicia, lo que pone en riesgo su vida y la de su hijo.
Los dos géneros que conviven son el de aventuras al aire libre con los consiguientes riesgos, a los que se suman los del policiaco, ya que el trío es perseguido por el FBI, la policía local y los secuaces del criminal para liberarlo y poder cobrar.
El guion, incluye las relaciones entre padre e hijo, obligado a hacer de héroe para ganarse el respeto de éste, y con el asesino.
Con los convencionalismos propios de ambos géneros ha caído en manos de un profesional de buena caligrafía artesanal, el australiano Bruce Beresford, con muchas de sus virtudes, que goza de una perfecta fotografía de Dante Spinotti y dos estupendos profesionales de la interpretación capaces de asumir cualquier roll, caso de Morgan Freeman y John Cusack puestos al límite en este trabajo.
Una cinta que es puro y fresco entretenimiento sencillamente expuesto y resuelto en el que triunfa la inteligencia sobre la fuerza bruta.
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