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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de humor, en estos momentos y casi siempre que hay crisis económica, es el que resulta preferido por todos los públicos, quizás por aquello de olvidar las penas de la vida real con un rato de evasión.
Por ello las películas cómicas son siempre bien aceptadas por el espectador a poco que cumpla mínimamente sus objetivos.
"Los locos del bisturí" no ha pretendido otra cosa que la diversión, aunque para ello se tenga que recurrir a toda clase de gags, ya sean visuales o sonoros, finos o de sal gruesa, y en este sentido los médicos siempre han sido buen blanco del humor negro de hacer comicidad con la profesión.
Aquí un Hospital es el escenario de la acción a donde llega un grupo de internos, que comienzan su trabajo la noche de primeros de año y que pronto se convertirán en protagonistas de las mil y una incidencias que en el lugar sanitario se suceden, ocasionadas a su vez por los más estrafalarios personajes, como un mafioso paralítico y su consiguiente verdugo al que se las dan todas en el mismo sitio, el hijo del mafioso disfrazado de mujer, del que lógicamente se enamora un médico, el catedrático de patología aficionado a la bebida o la romántica historia de amor que se inicia entre los dos protagonistas de la cinta, con su poquito de emoción, suspense y dramatismo a la hora de encontrarse en la mesa de operaciones.
Junto a esto, carreras alocadas, camas que despiden enfermos y mil diabluras más en esta película en la que Garry Marshall debuta como director de largometrajes, tras su experiencia como guionista de varias películas y realizador televisivo.
Varios veteranos apoyan la labor interpretativa de la pareja protagonista.
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