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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía canadiense se ha basado esta vez en un tema que ya ha sido tratado en otras ocasiones por el cine como motivo de suspense y de los que hay algunos ejemplos recientes y otros anteriores a lo largo de la historia del cine.
Esta vez es una chica (si es una mujer parece más indefensa) la que tras heredar un piso se va a vivir sola, lo que parece que no sienta muy bien a su novio que preferiría que se fuera con él a su casa de campo.
Los vecinos la reciben bien, menos la enigmática inquilina del cuarto piso que comienza a mandarle notas advirtiéndole que no haga ruido y amenazándola con toda clase de historias, hasta hacerle la vida imposible para que se vaya.
La duración de esta película hace pensar en el típico telefilm al uso en torno a este tema, del que el guionista se ocupa de crear la inquietud en el espectador a base de la incógnita en torno al vecino del piso citado, que da título al film, acentuado por una realización efectista que subraya de esta forma los momentos de terror y suspense de la cinta.
Una interpretación sin muchos recursos, pero discreta de los principales protagonistas, especialmente de Juliette Lewis que es quien carga con casi todo el peso de la película, en un guion que recurre bastante a los convencionalismos propios de este género con tal de lograr el objetivo propuesto.
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