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CRITICA
Por: PACO CASADO
El realizador británico Michael Apted nos parece que siempre ha sido un director que ha hecho un producto lo suficientemente correcto en el peor de los casos, cuando no interesante y por lo general ha contado con buenos actores a sus órdenes como para que los resultados sean en ocasiones incluso brillantes.
Para confirmarlo basta con recordar algunas de sus películas como 'Quiero ser libre' (1980), 'Gorilas en la niebla' (1988), 'Acción judicial' (1991) o 'Nell' (1994).
En esta ocasión se enfrenta a la novela de Michael Palmer donde se nos expone la investigación policial que lleva a cabo un médico joven cuando en el hospital en que trabaja descubre que alguien famoso está manipulando los verdaderos métodos de su trabajo en pobres vagabundos para utilizarlos como conejillos de indias y experimentar con ellos en favor de descubrir nuevos recursos para poder curar a enfermos parapléjicos.
El film peca de varios defectos.
Por una parte dejarse llevar de una novela que a la hora de ser adaptada a la pantalla, en su guion quedan bastantes cosas por aclarar.
Por otra parte la cinta ha sido producida por la productora creada por la modelo Elisabeth Hurley y su novio, el inexpresivo actor Hugh Grant, y éste se ha otorgado el papel del protagonista principal, con lo que su interpretación la daña grandemente en contraste con la sobriedad de Gene Hackman en el personaje del médico que es su oponente.
Por último las conclusiones que se sacan de toda la trama no quedan muy claras y parece como si estuviera de parte de utilizar a estas pobres personas en favor de otras enfermas, lo cual no creemos que sea realmente muy ético.
Todos los esfuerzos de Michael Apted están encaminados en su puesta en imagen a tratar de llevar a buen puerto este tinglado que en algunos aspectos no hay forma de enderezarlo.
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