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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine americano tiene capacidad para hacer desde la más grande de las superproducciones a la película más humilde como esta cinta independiente, rodada en dos semanas y con un presupuesto de ocho millones de dólares, que ha producido el propio Morgan Freeman, que hace de sí mismo en el film.
Un actor que lleva cuatro años sin trabajar, duda hacer el papel del encargado de un supermercado en un proyecto independiente que le han propuesto. Para ello quiere ilustrarse sobre su cometido acudiendo a un super de un barrio obrero de Los Angeles en el que casi todos sus empleados son hispanos. Al dejarle tirado el chófer que le tiene que recoger, recurre a Scarlet Morales, la empleada de una caja rápida de origen hispano que habla su idioma, que se brinda a llevarle a casa. A cambio le ayudará a preparar una entrevista de trabajo que tiene esa tarde.
La trama transcurre casi en tiempo real y toda ella se reduce a la repentina y efímera amistad interracial que surge entre el actor de color y la empleada, a través de la cual intercambian experiencias cada uno de su oficio.
Brad Silberling, director de películas tan distintas como Casper o la interesante El compromiso, que a veces pierde el ritmo y le sobran diálogos, experimenta con el cine independiente con esta pequeña pieza que es casi una anécdota, algo estirada, un ensayo de un veterano y oscarizado como Morgan Freeman y una estrella incipiente y casi inexperta a su lado como Paz Vega, que aguanta bien el cara a cara con tan formidable actor, si además tenemos en cuenta la dificultad del idioma y el cargar ambos con el peso casi total del film, ya que apenas si hay otros actores en breves papeles y un cameo de Danny de Vito y de su esposa Rhea Perlman.
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