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CRITICA
Por: PACO CASADO
El estilo de las comedias británicas tienen un sello muy personal que las hace inconfundibles.
Se podrían citar algunos ejemplos ilustres como 'El quinteto de la muerte' (1955), 'Los apuros de un pequeño tren' (1953) y algunas más en las que el humor negro es su base principal y en la que en un principio nada es lo que parece, ni se asemeja al final de la historia.
Aquí es una especie de Mary Poppins muy especial, una nueva ama de llaves, la que viene a solucionar los problemas de la familia del pastor anglicano de un pequeño pueblo inglés de 57 habitantes, que está tan embebido en hacer su sermón que no se da cuenta de que su aburrida e insatisfecha esposa se la pega con su hortera instructor de golf, que su rebelde y casquivana hija cambia de novio cada semana y que su acobardado hijo es acosado por los matones del colegio.
Pero la nueva, dulce y enigmática ama de llaves, que oculta su pasado en un gran baúl, pronto pondrá todas las cosas en su sitio
El guion debido al Premio Pulitzer Richard Russo (La cosecha de hielo), escrito en colaboración con el director, posee escenas llenas de comicidad, mordacidad e ironía en los diálogos, aunque a veces recurra a la sal gruesa.
A la mitad del relato da un giro inesperado con alguna sorpresa final.
Esta amable comedia, llena de ironía y mordacidad, es el tercer film que dirige el británico Niall Johnson, al que le saca bastante partido a la corta anécdota.
En el estupendo reparto destaca la elegancia de Kristin Scott Thomas o la mezcla de ternura y mala uva de Maggie Smith con respecto a los demás actores incluido el desorientado Patrick Swayze.
Una comedia sin grandes pretensiones, con una elegante y fresca puesta en escena que divierte sin duda al respetable.
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