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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aquí podemos ver los juguetes de Manolo Summers niño, aquellos cromos y estampitas que coleccionaba y que aún conserva el recuerdo de la memoria.
Pero para que también tuviéramos nosotros esa sensación de seguir jugando, Manolo, cuando tuvo otro juguetito llamado cámara cinematográfica, no pudo evitar la nostalgia de aquellos juguetes, que ya estaban rotos, y mostrárnoslo también a nosotros.
Rotos en varios sentidos porque aquellos personajes, aquellos hombres y mujeres que estaban impresos sus figuras en los cromos están actualmente desechos por años o por la muerte como en el caso de Gorostiza que murió el 24 de agosto del 66.
Rotos también por los cortes que ha sufrido la película, seis en total, con una duración de un minuto diecinueve segundos, motivo por el que Summers no quería llevar su película a la Semana de cine religioso y de valores humanos de Valladolid, pero al final accedió.
"Juguetes rotos" no parece un film desigual. Compuesto por cuatro historias, un cantante que a los ochenta años aún piensa en triunfar, un futbolista, un torero y un boxeador, todos ellos figuras que en su tiempo gozaron de la gloria y del triunfo y que hoy día se encuentran dejados de la mano de Dios.
Junto a trozos realmente formidables (a nosotros el que más nos gusta es el de Gorostiza) tiene otros francamente endebles, pongamos por caso de esto el episodio del cantante del comienzo de la cinta, en el que falla desde el sonido directo hasta la confusa narración de la pequeña historia.
"Juguetes rotos" es la cuarta película de Manolo Summers, el sevillano director que creemos ha entendido mejor que ninguno de su promoción de realizadores salidos de la escuela lo que debe ser el cine: arte y divertimento al mismo tiempo.
Desde su "Del rosa al amarillo" que estaba compuesto por sus dos ejercicios de escuela, pasando por "La niña de luto" que dio que hablar en el Festival de Cannes, "El juego de la oca" que muchos tiran por tierra (no sabemos por qué), hasta llegar a "Juguetes rotos" ha habido una evolución indudable en el cine que hace Summers.
Tal vez "Juguetes rotos" tenga una mayor explicación si decimos que tras acabar el contrato con Cesareo González y en un momento de pausa, Summers se produjo su propia película con sus propios medios y con una gran valentía, al intentar hacer algo distinto de lo que había hecho en "El juego de la oca" y que tanto se le criticó a pesar de que no se había hecho nada parecido en nuestra patria y era un cine que hacía falta hacer en spaña, a pesar de que en relación con otros países en ese momento a algunos le pareciera pasado de moda.
Con "Juguetes rotos" Summers intenta y en gran parte lo consiguió, hacer un cine-verdad, que tampoco existía en el cine hispano.
A pesar de ello, cuando se ve esta película no se puede negar que es de Summers, porque sus características, las de sus películas anteriores no las ha perdido.
Pongamos por ejemplo su humor negro, ese que rebosaba en exceso en "La niña de luto". Su crítica áspera y dura de la realidad española está también impresa en la cinta, pero con esa chispa tan sevillana, tan andaluza, que aunque por momentos caiga en la sal gorda, casi la preferimos a la consabida gracia madrileña de tanta comedia española realizada en la meseta.
Unas veces aprovecha la pincelada sacada del documental, de la realidad, otras confecciona el chiste mediante el montaje o simplemente de palabra.
"Juguetes rotos" si bien no es una película lograda, sí creemos que es un film importante, un intento de hacer algo distinto, con todas las dificultades de conseguir un ritmo preciso y con aire periodístico de reportaje que quiere denunciar y decir algo al mismo tiempo.
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