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CRITICA
Por: PACO CASADO
La familia Crawley y las personas que están a su servicio se encuentran en los años 30, adaptándose a los tiempos que corren, mientras tratan de sacar Downton Abbey adelante.
Abrazan el cambio y se ven obligados a recibir y adaptarse a una nueva era con todo lo que ello supone.
Esta película proviene de una serie televisiva de la que se han extraído varias historias para el cine, tres en concreto, con esta que comentamos.
En la primera se trataba del exilio de un escritor ruso, en la segunda el rodaje de un film mudo en la gran mansión que se ve interrumpido por la llegada del sonoro.
Esta tercera, que amplia el universo de 'Downton Abbey', la vida de la aristocrática familia inglesa Crawley y sus servidores, se ambienta ya en 1930 del pasado siglo y en todas ellas tienen como motivo principal la gran mansión en la que se desarrolla la historia y de la que prácticamente casi no se sale en todo el desarrollo de la acción.
Todo parte del divorcio de Lady Mary el escándalo que supone la salida de ese hecho en el periódico de la tarde, cuando está a punto de asistir a una fiesta en la que ha de participar la pareja real, lo cual no es admisible, siendo expulsada de la misma, para terminar convirtiéndose en la señora de Downton Abbey, dando paso al relevo generacional y teniendo que afrontar las dificultades económica y hacer frente a la deshonra social.
De las tres nos quedamos con la segunda entrega, siendo la primera y esta las dos más endebles y en ellas se cambió dirección en la segunda a Simon Curtis, que repite en esta tercera, de quien recordarán entre sus producciones 'Mi semana con Marilyn' (2011) siendo la segunda la que mejor reparto tenía, y en esta el más conocido tal vez sea Paul Giamatti que tiene un destacado personaje.
Simon Curtis hace una elegante puesta en escena con todo lujo de detalles en ambientación y magnífico vestuario, a los que saca partido la fotografía de Ben Smithard y la partitura de John Lund, pero a nuestro entender, está falta de ritmo.
El guion vuelve a estar en las manos de Julian Fellowes, creador de la serie original, a cuyos personajes se une esta vez el que interpreta Paul Giamatti.
La vuelta a la pantalla de los personajes deberán abrirse camino en este nuevo y último capítulo.
La narración transcurre de manera pausada y va de un problema a otro en torno a la gran mansión y a los personajes que la manejan y viven en ella, sin que logre captar grandemente la atención del espectador que no se ve interesado en sus problemas, con un nostálgico desenlace que tal vez guste a los fans.
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