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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta comedia romántica es una nueva vuelta de tuerca al tema de la persona enamorada de un fantasma, del que ya ha habido varias versiones precedentes en la historia del cine, algunas de ellas de más calidad que la presente, cuya mayor virtud es no pretender más que entretener.
David, joven viudo, decorador de jardines, alquila un piso pero con la condición de ser por un mes, debido a una desgracia familiar. Al poco se presenta en él Elizabeth, una chica que dice ser la propietaria. David decide investigar si le han timado y acabará por descubrir que ella no es más que un fantasma, con escasa memoria, al que ayudará a recordar su pasado, pero a pesar de todo se enamora.
El guion se basa en la novela homónima del escritor francés Marc Lévy en la que no se nos priva de algunos tópicos en una historia que comienza siendo previsible, que poco a poco va ganando interés hasta desembocar en el inesperado final, que no por ello deja de ser fácil para dejar a todos contentos.
A lo largo del argumento se deslizan algunas ideas como que el exceso de celo en el trabajo no es bueno si se desatiende a la familia o que para lograr ser feliz hay que tener un cierto equilibrio entre lo afectivo y lo profesional, como tampoco es buena la soledad, ya que la compañía ayuda a sobrellevar los sinsabores de la vida.
Los efectos especiales contribuyen a veces a un efectivo romanticismo que inunda toda la trama de una comedia que se deja ver con agrado, a pesar de que no depara muchas sorpresas en su mezcla de realidad y fantasía, que elogia la solidaridad y las cosas sencillas y detesta los egoísmos, la adicción al trabajo y la obcecación por triunfar.
Una puesta en escena nítida y fluida que facilita la labor de los actores con una banda sonora no muy abundante salpicada con algunas canciones de éxito.
Un producto correcto, amable y sencillo, dirigido al público juvenil.
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