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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sam Raimi se inició en la dirección cinematográfica en los años 80 haciendo películas de terror. Ahí está su trilogía primera compuesta por 'Posesión infernal', 'Terrorìficamente muertos' y El ejército de las tinieblas, en las que hacía alarde de la mayor cantidad de casquería y rodada como los baratos films de serie B de los años 50, que se convirtieron en cintas de culto para los degustadores de sangre por doquier.
Poco a poco fue aprendiendo y cuando dejó estas producciones baratas de terror, demostró con películas interesantes en otros género más serios que era capaz de hacer un cine interesante como fue el caso de Un plan sencillo que, para nuestro gusto, figura entre lo mejor de su filmografía.
Posteriormente se metió en films de gran producción caso de su segunda trilogía en torno al hombre araña, 'Spiderman'.
Ahora cansado de ser controlado por las majors, retoma un viejo argumento que tenía escrito hace tiempo y con su hermano Ivan hace el guion de esta modesta cinta que rueda con su productora con la que vuelve a sus inicios.
La diferencia con aquellos primeros títulos es que ahora sabe rodar mejor y tiene más presupuesto, haciendo un cine de terror más fino, en el que no hay casquería, aunque sí algunas escenas verdaderamente repugnantes.
La historia es tan sencilla como previsible y no añade nada nuevo al género. Christine, una chica de origen modesto, trabaja en un banco, tiene un novio que proviene de una familia adinerada y aspira a subir de categoría en su trabajo ya que el puesto de subdirector está vacante y se lo disputa con un compañero.
Para hacer méritos deniega una prórroga de hipoteca a una anciana que pierde su casa y a cambio ésta le echa la maldición gitana de la Lamia, en la que durante tres días padece el acoso de tremendos demonios que le hacen sufrir, para terminar finalmente en el infierno.
El guion se inicia con un prólogo que sucede en 1969 y desarrolla la historia en Los Ángeles en la actualidad, con esta fábula sobre la codicia, disfrazada de cuento moral, en unos momentos en los que todo vale y en los que la corrupción está a la orden del día.
Lo mejor de la película es que está bien rodada y que acierta en elegir a Alison Lohman como la pobre protagonista joven e indefensa al socaire de la maldición que la tortura hasta el final.
Lo peor es que la historia interesa poco, pero al menos entretiene aunque sea a base de golpes de efectos.
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