Título: |
TRANSFORMERS: LA VENGANZA DE LOS CAIDOS |
Título original: |
TRANSFORMERS: REVENGE OF THE FALLEN |
Nacionalidad: |
EE.UU de 2009 |
Dirección: | MICHAEL BAY |
Guión: | EHREN KRUGER, ALEX KURTZMAN y ROBERTO ORCI |
Fotografía: |
BEN SERESIN |
Música: |
STEVE JABLONSKY |
Interpretes: |
SHIA LABEOF, MEGAN FOX, JOSH DUHAMEL, TYRESE GIBSON, JOHN TURTURRO, KEVIN DUNN, JULIE WHITE, RAMON RODRIGUEZ y JOHN BENJAMIN HICKEY |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS |
Duración: |
147 MINUTOS |
Por PACO CASADO
Tras los 708 millones de dólares recaudados por la primera (costó 150) era casi imposible que no hubiera una secuela y aquí está, con un mayor presupuesto (200 millones de $), más efectos especiales, más acción, más robots, pero menos historia, lo que hace que se alargue y no dé para casi dos horas y media, rellenadas de forma banal con lo antes apuntado.
Sam Witwicky quiere volver a ser un chico normal y ha de separarse de su novia Mikaela porque se va a estudiar a la universidad, pero los Decepticons andan detrás de una pieza que tiene ella para conseguir el objetivo de conquistar el planeta y de nuevo tendrá que ponerse en marcha para salvar al mundo, con la ayuda de los Autobots, que son los robots buenos, al tiempo que se hace un joven cada vez más adulto y responsable.
Michael Bay sigue en sus trece, sin sentido de la medida, tratando de combinar la acción desenfrenada con unas gotas de comedia romántica.
Hay que decir en su favor que la realización en esta ocasión está menos entrecortada por un montaje rápido como solía ocurrir en sus películas anteriores, pero las peleas entre los robots siguen siendo igual de confusas entre tanto amasijo de chatarra.
No cabe duda que los efectos especiales son hasta ahora los más perfectos que hemos visto, pero entre ellos se pierden los personajes y es difícil encontrar un mínimo perfil humano.
Apenas si hay historia, pero sí más persecuciones y lucha sin cuartel, alcanzando la destrucción cotas increíbles.
Esta vez se implicaron también en la producción Hasbro y Takara, los creadores de los juguetes transformables en lo que se inspira, que diseñaron más robots, lo que a la larga repercutirá en el merchandising.
Al film le pierde su ambición, con un guión que importa poco y que llega a cansar con tanta destrucción. Aunque como espectáculo entretiene posiblemente no resiste una segunda visión.
Los actores son muñecos manejables al servicio de la acción a los que se trasladan de un lado al otro del mundo sin más sentido que multiplicar los escenarios para hacerlo más espectacular.