Título: | J. EDGAR | |
Tit. Orig.: |
J. EDGAR | |
Nacionalidad: | EE.UU., 2012 | |
Dirección: | CLINT EASTWOOD | |
Guión: | DUSTIN LANCE BLACK | |
Fotografía: | TOM STERN | |
Música | CLINT EASTWOOD | |
Interpretes: | LEONARDO DiCAPRIO, NAOMI WATTS, ARMIE HAMMER, JOSH LUCAS, JUDI DENCH, ED WESTWICK, JEFFREY DONOVAN, MILES FISHER, JOSHN HAMILTON | |
Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 7 AÑOS | |
Duración: | 137 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Si ya de por sí es difícil hacer una biografía, cuando se trata de un personaje tan complejo como el de John Edgar Hoover, la cosa se complica mucho más.
Era un joven abogado de 22 años cuando se hizo cargo de la oficina que con el tiempo sería el famoso FBI, al que modernizó, introdujo métodos nuevos de investigación, como las huellas dactilares, puso las bases de la información forense para hallar la solución de determinados casos criminales, e influyó en la reforma de las leyes federales para combatir el delito.
Su dirección del FBI duró unos 50 años hasta su muerte en 1972, resistiendo el mandato de ocho presidentes de los Estados Unidos.
Era un gran defensor de la ley, pero no tenía escrúpulos en saltársela si el fin justificaba los medios y se trataba de defender a su país.
Combatió denodadamente el comunismo, la mafia, el gangsterismo, la corrupción, lo que se convirtió en una auténtica obsesión personal, llegando a acumular más poder que muchos políticos y siendo temido por algunos de ellos por la documentación que guardaba sobre los mismos, caso de Nixon, por ejemplo.
Era celoso de su vida íntima, aunque en ese sentido era un tanto hipócrita, porque combatía lo que ocultamente practicaba, la homosexualidad, ya que estaba secretamente enamorado de Clyde Tolson, que fue su mano derecha y mejor colaborador junto con su secretaria, con la que pretendió casarse para que le sirviera de tapadera, a la que confió todos sus secretos y mandó destruir sus archivos a su muerte, por lo que es un personaje del que no se sabe mucho y se especula bastante sobre algunos aspectos.
Vivió hasta los cuarenta años con su madre, por quien estaba enfermizamente dominado, ya que era una mujer recia que lo tenía sometido y no hacía nada sin que ella lo supiera o si estaba en contra de los principios morales que le inculcó.
Por todo ello se levantó toda una leyenda en torno a su persona aumentada por la campaña de propaganda que hacía en su favor, pero también se rodeaba de misterio, sobre todo en la cuestión de su vida íntima, en su reprimida homosexualidad, tratando de aparecer con una moral intachable.
No es la primera vez que el cine toca la atractiva figura de Edgar Hoover, aunque la mayoría de las veces lo ha hecho de pasada en los films policíacos, y no de protagonista como aquí.
Se nos vienen a la memoria títulos como "FBI contra el imperio del crimen", "Hoover", "Los archivos privados de Hoower", "Nixon", "Enemigos públicos", entre otros.
La historia está contada a través del guion de Dustin Lance Black, autor del de "Mi nombre es Harvey Milk", que arrima el tema a su interés, a su condición homosexual, eligiendo en este caso ese aspecto de J. Edgar, en lugar de resaltar los muchos casos policíacos que resolvió él o su departamento, porque siempre le gustaba tener protagonismo, deseoso de triunfos, o cuestiones como su relación con los políticos, la caza de brujas, la caída del muro de Berlín o la Segunda Guerra mundial, entre otros muchos acontecimientos, utilizando la licencia literaria de que es el propio Edgard, ya de mayor, quien dicta sus memorias y en ese sentido puede contar lo que desee de su vida.
Es la reprimida historia de amor homosexual de un ser contradictorio, dominado por sus complejos, antisemita, racista, pero inteligente e incansable en su labor.
Utiliza constantes flash backs contando así medio siglo de historia de los Estados Unidos a través de su figura, aunque de forma superficial.
Eastwood hace un retrato frío, serio y sórdido, falto de emoción en muchos momentos, contado de forma académica, del aspecto humano del personaje, reflexionando sobre su inestabilidad, eludiendo pronunciarse tanto en la condena como en el aplauso de su figura, sin escandalizar y denotando su soledad a la hora de ostentar el poder que tenía en su mano.
Leonardo Di Caprio hace una excelente labor, así como extraordinario es el trabajo de Naomi Watts y de Judi Dench. Lástima que el exceso de maquillaje eche a perder la actuación de Armie Hammer en el papel de Clyde Tolson cuando llega a viejo. La música espléndida.
Una cinta bien rodada, utilizando una fotografía con escasos matices. Posiblemente no es la mejor de Clint Eastwood como director, pero sí una buena película, aunque un poco larga.