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RITICA
Por: PACO CASADO
Tras el inesperado éxito conseguido con 'American Pie' (1999), los hermanos Paul y Adam Herz se dieron cuenta de que tenían un filón, ya que se convirtió en una de las películas más comerciales de hace dos veranos en Estados Unidos e igualmente sucedió en nuestro país.
Era pues previsible que surgiera una continuación que no se ha hecho esperar y esta vez se han limitado a hacer Adam el guion, Paul la producción y dejar que la dirija el novato J. B. Rogers.
Para ello ha usado un esquema muy parecido.
Jim y sus amigos, los adolescentes que juraron perder la virginidad antes de terminar el último curso en el instituto de Michigan, están ya en la universidad y la pandilla ha permanecido separada durante el primer año universitario, por eso al llegar el verano deciden alquilar una casa en la playa para contarse sus experiencias sexuales y seguir ligando con las chicas.
Allí, cada uno vivirá sus propias aventuras: Jim descubrirá que perder la virginidad no significa ser un experto en el tema, y ante la expectación de la llegada de la explosiva Nadia, pedirá ayuda a Michelle; el bonachón de Oz tratará de sobrevivir a su adorada Heather, que está de vacaciones en Europa; Kevin intentará descubrir si puede seguir siendo amigo de su exnovia Vicky; y Finch todavía no se ha recuperado de su escabroso encuentro sobre la mesa de billar con la madre de Stifler.
Una vez allí deciden celebrar la fiesta más grande que se haya organizado nunca, a pesar de que la preparación no sale como habían planeado.
Son auténticos obsesos sexuales, aunque algunos sean bastante inexpertos e ignorantes en esta materia.
Esta secuela repite tanto en fórmula como en ingrediente de la primera: una comedia de ámbito sexual y de humor poco sutil dirigida a un público adolescente, especialmente masculino.
El guion sigue el mismo esquema de la anterior con secuencias que relevan a las que se hicieron populares, como la de la tarta de manzana, aquí sustituida por la del pegamento, y otras de carácter similar, la mayorías de ellas con un tono vulgar, a base de sal gorda, con una historia muy floja y predecible, dirigida sin ritmo por James B. Rogers que fue ayudante de dirección de la primera entrega.
Los intérpretes son prácticamente los mismos en su mayoría, aunque algunos ya no son tan desconocidos que eran hace un par de años.
Va exclusivamente dirigida para los jóvenes que, como los protagonistas, están deseosos de descubrir el sexo y celebran los gags con grandes risotadas.
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