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CRITICA
Por: PACO CASADO
El éxito de 'Flecha rota' (1950) abrió camino a unas películas del Oeste en favor del indio, entre las que destaca 'Apache' (1954), tercer film de Robert Aldrich, realizado el mismo año que otro western ejemplar como 'Veracruz' (1954).
Tras la rendición del indio Gerónimo, las guerras apaches parecen haber llegado a su fin.
Sin embargo, la conducta de las tropas ganadoras hace cambiar de opinión al último de los cabecillas que aún están libres como es el caso de Massai, un hombre hasta entonces pacífico y partidario de pactar con los blancos.
Ahora, convencido de que la fuerza es el único modo de defender sus derechos y los de su tribu, se lanza a la guerra desencadenando a su paso el pánico y la destrucción.
De esta forma nos cuenta las desventuras de Massai este orgulloso guerrero apache que se niega a que lo encierren en una reserva de Florida y escapa de sus captores, regresando a su tierra natal para recuperar a su mujer y convertirse en un granjero pacífico, sin embargo sus perseguidores tienen otras ideas contrarias a las suyas.
Pero antes de eso está condenado a huir tras la derrota de Gerónimo.
Un apache como Massai, se convierte en defensor de su raza tratando de integrar a sus gentes en el mundo de los blancos, luchando por la igualdad de derechos como seres humanos.
Con un guion esquemático, pero perfectamente estructurado, con secuencias de acción bien contadas, en contraste con una bellísima escena de amor, con encuadres elegidos con un gran sentido estético del cine y el buen gusto, la cinta resulta ejemplar dentro de las de su género.
Está producida por su propio protagonista, Burt Lancaster, y lejanamente basada en un hecho real, aunque el argumento resulta poco creíble, no obstante tiene el mérito de ser una de las primeras en alejarse del estereotipo de Hollywood de alejarse del indio malo, para dar un punto de vista mucho más favorable a los nativos norteamericanos.
Una buena dirección de actores, con un notable trabajo de Burt Lancaster, Jean Peters o de secundarios seguros, donde aparece un joven Charles Bronson en un pequeño papel, que aún figuraba en los créditos con su nombre auténtico de Charles Buchinsky, pero lejos de su posterior personaje estrella en que se convirtió, redondean una película de interesantes valores.
El final, impuesto por las normas de censura de la época, no logró dar al traste con las excelencias de este film.
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