Título:	LOS 400 GOLPES
Tit. Orig.:	LES QUATRE CENTS COUPS
Nacionalidad:	FRANCIA, 1959
Dirección:	FRANÇOIS TRUFFAUT
Guión:	MARCEL MOUSSY, FRANÇOIS TRUFFAUT
Fotografía:	HENRI DECAE
Música	JEAN CONSTANTIN
Interpretes:	JEAN-PIERRE LÉAUD, CLAIRE MAURIER, ALBERT RÉMY, GUY DECOMBLE, GEORGE FLAMANT, YVONNE CLAUDE, PATRICK AUFFAY, DANIEL COUTURIER
Censura:	NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 18 AÑOS
Duración:	93 MINUTOS

 Por  PACO CASADO

    'Los 400 golpes' (1959) es una película impresionante, con errores pero también con extraordinarias virtudes, capaces de compensarlos y la que inauguró el movimientoi fílmico denominado como la Nouvelle vague que iniciaba la renovación del cine.
   Dada la sencilla coincidencia, realizada sobre el recuerdo, por la necesidad imperiosa del artista de comunicarse con los demás, precisamente porque ve más que los otros.
   Por esa necesidad que obliga a echar fuera todo lo de dentro, que nos hace daño y descargar en los demás nuestras angustias.
Sólo cuando algo toca la propia carne, puede dirigirse un film con el calor que lo hace François Truffaut aquí.
   Porque es precisamente ese calor, esa emoción y esa sinceridad de verdadero artista es lo que contiene esta historia.
Eso, y su falta de resentimiento, de falseamiento retorcido, son esas virtudes que disculpan los defectos, como por ejemplo el desorden en la línea dramática, la debilidad de los personajes, excepto René y Antoine Doinel, y la pobreza de sonido en lo que a ruidos se refiere.
   A su favor, está la belleza y la espontaneidad de las imágenes en blanco y negro en la fotografía de Henri Decaë entre otros aciertos.
El mismo François Truffaut definió su cinta y su concepto del cine.
   Respondiendo a una encuesta sobre el cine francés, dijo que "la sinceridad y la verdad de una película son mucho más importantes que su perfección técnica que corre el riesgo de no dejar sino una fría impresión".
   Cuenta la vida de Antoine Doinel, un joven de catorce años, desatendido por los componentes de su familia, con problemas en las escuela, a la que falta con frecuencia, que se introduce en una espiral de delitos menores, robando para poder comer, lo que le lleva a ser recluido en celdas policiales y a terminar en un reformatorio para menores de donde finalmente logra huir y acabar en la playa frente al mar.
   El guion está escrito por el propio François Truffaut en colaboración con Marcel Moussy inspirándose en sus experiencia personales vividas en su juventud.
   El tema de la incomprensión entre padres e hijos, empleados en el cine, en el teatro y la novela repetidas veces, tiene en Los 400 golpes (1959) un valor testimonial realmente aterrador.
   Ya no se trata de una clase social elevada, sino de una familia de la pequeña burguesía en la cual el niño es un extraño, un auténtico desplazado.
Cuando Antoine Doinel queda inmóvil frente al mar, ante su ilusión largamente acariciada, termina para nosotros la confidencia, dejándonos los residuos de algo irreal y angustioso. Este film situó a François Truffaut en el panorama del cine mundial.
   Logró el premio a la mejor dirección y el de la OCIC en el Festival de cine de Cannes. Fue nominado al Oscar al mejor guion original. Premio Sant Jordi al mejor director extranjero. Mejor película de los críticos franceses y de los de Nueva York. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
 A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
 El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
 Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.