Título: |
EL COLECCIONISTA |
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Tit. Orig.:
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THE COLLECTOR |
Nacionalidad: |
EE.UU., INGLATERRA, 1965 |
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Dirección: |
WILLIAM WYLER |
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Guión: |
STANLEY MANN, JOHN KOHN. Basados en la novela escrita por JOHN FOWLES |
Fotografía: |
ROBERT SURTEES, ROBERT KRASKER |
Música |
MAURICE JARRE |
Interpretes: |
TERENCE STAMP, SAMANTHA EGGAR, MONA WASHBOURNE, MAURICE DALLIMORE, EDINA RONAY, KENNETH MOORE |
Censura: |
AUTORIZADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS |
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Duración: |
113 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Tras algún tiempo sin hacer cine, William Wyler reapareció con 'El coleccionista' (1965) y se lo jugó todo a una sola carta, con dos actores prácticamente desconocidos entonces y un escenario casi único, para plantearnos el tema de un coleccionista de mariposas, acomplejado por su clase social, admirador de la belleza que, tras tocarle una quiniela millonaria, rapta a una guapa chica para conservarla para él, como si fuera un insecto, pero viva.
La película tiene el gran interés del estudio de los caracteres de estos dos únicos protagonistas del film, las reacciones de ambos y las situaciones que plantea, bien resueltas por la maestría directiva de William Wyler, a pesar de las dificultades que el tema y la cinta ofrecían a priori.
Vista al cabo de los años la película no pierde calidad aunque no despierta el mismo interés y suspense de la primera vez.
En el Festival de cine de Cannes de 1965 sus dos protagonistas, Terence Stamp y Samantha Eggar, lograron los premios de interpretación del certamen.
El director, la actriz y el guion adaptado fueron nominados al Oscar. Samantha Eggar ganó el Globo de oro. Premios Sant Jordi para Samantha Eggar y para el film.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.