Título: |
EL CINTURÓN DE CASTIDAD |
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Tit. Orig.:
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LA CINTURA DI CASTITÁ |
Nacionalidad: |
ITALIA, 1967
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Dirección: |
PASQUALE FESTA CAMPANILE |
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Guión: |
LUIGI MAGNI, LARRY GELBART. Basados en una idea de UGO LIBERATORE
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Fotografía: |
CARLO Di PALMA |
Música |
RIZ ORTOLANI |
Interpretes: |
TONY CURTIS, MONICA VITTI, IVO GARRANI, NINO CASTELNUOVO, HUGH GRIFFITH, JOHN RICHARDSON, LEOPOLDO TRIESTE, FRANCESCO MULÉ , FRANCO FANTASIA |
Censura: |
AUTORIZADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS. |
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Duración: |
94 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Con siete años de retraso sobre la fecha de producción nos llega ahora esta película más comercial que de sala especial. Pero junto a esta sorpresa nos llevamos otra al comenzar los títulos de crédito y ver que la versión que se nos ofrecía era la inglesa, sorpresa mayor al tratarse de una producción italiana.
Anteriormente habíamos leído algunas críticas que se quejaban de lo mal traducido de los subtítulos, cosa habitual, no solo en este film, puestos sobre la versión original italiana.
No vamos a presumir de dominar el inglés, pero en esta ocasión parece que se ajustan bastante mejor. En este sentido no podemos quejarnos como nuestros compañeros de oficio, pero sí por habernos perdido la versión italiana que posiblemente sería más pícara que ésta y que lógicamente entenderíamos mucho mejor su idioma original.
De una forma u otra, esta pequeña polémica no tiene gran sentido puesto que los valores de la cinta son más bien escasos, ya que se trata de una simple comedia sobre el uso del cinturón de castidad medieval con toda la picardía que estas situaciones pueden derivar y que ustedes pueden imaginar.
El tema podía tener mayores posibilidades si hubiesen tenido un mejor guion y un realizador más despierto y experto, ya que Festa Campanile, se limita a ilustrar la historia con bellos paisajes y bonito colorido y adobándola con una simpática y pegadiza música de Riz Ortolani.
La pareja de actores funciona en sus cometidos respectivos, estando mejor Monica Vitti que Tony Curtis.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.