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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desaparecido Bourvil, Louis de Funès ha quedado como el primer actor cómico del cine francés, si no en calidad, sí al menos en comercialidad y conocimiento de los públicos, y no sólo de sus compatriotas los franceses.
Su serie del Gendarme se alarga en uno y otro título, ninguno de verdadera calidad y sobre todo los últimos de dudosa comercialidad, en tanto que se repiten los mismo efectos especiales, se insiste en idéntico tipo de conflictos y Louis de Funès se muestra ya incapaz de renovar su mímica gesticulante, de escaso registro y eficacia.
En 'Seis gendarmes en fuga' (1970) tenemos a toda la pandilla de Saint-Tropez de siempre, en este caso como retirados forzosos, pero no existe ningún poder en el mundo que pueda impedirles proteger la ley y el orden público, lo que no impide que toda la camarilla se meta nuevamente en líos, esta vez por su cuenta y riesgo.
Ahora Cruchot vive con su rica esposa en un castillo y está muerto de aburrimiento.
Se pelea con el mayordomo porque ni siquiera le permite que haga los trabajos más sencillos, pero cuando uno de los compañeros sufre de amnesia, tras tener un accidente, todos los demás se reúnen y lo llevan a sus antiguos lugares de trabajo para tratar de que así recupere la memoria de nuevo.
Acumulando secuencias disparatadas en sí mismas, pero hechas con corrección por Jean Girault, la película pierde la oportunidad de transformarse en una franca astracanada y se queda en un producto de escasa calidad fílmica.
De nada sirve la luminosidad en la fotografía de Pierre Montazel, y el que algunas escenas funcionen bien a nivel de la comicidad (como la visita al clérigo), ya que en general la comedia no entra en el verdadero y genuino cine cómico que otros actores han sabido llevar a lo más alto de este género.
La interpretación resulta de una medianía en general, con un Louis de Funès que abusa de sus conocidos visages y unos secundarios que se comportan solo correctamente.
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