Título: | ELCARTERO DE LAS NOCHES BLANCAS | |
Tit. Orig.: |
BELYE NOCHI POCHTALONA ALEKSEYA | |
Nacionalidad: | RUSIA, 2014 | |
Dirección: | ANDREI KONCHALOVSKY | |
Guión: |
ELENA KISELEVA, ANDREI KONCHALOVSKY |
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Fotografía: |
ALEKSANDER SIMONOV |
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Música | EDUARD NIKOLAY ARTEMYEV | |
Interpretes: |
ALEKSEY TRYAPITSYN, IRINA ERMOLOVA, VALENTINA ANANINA, TIMUR BONDARENKO, TATYANA SILICH, LYUBOV SKORINA, VIKTOR KOLOBKOV, VIKTOR BEREZIN |
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Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 12 AÑOS | |
Duración: |
101 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
El director ruso Andrei Konchalovsky es uno de los más prestigiosos de su generación surgida entre los años sesenta y setenta, con títulos como 'Siberiada' (1979), que hizo en su país, 'Los amantes de María' (1984), 'El tren del infierno' (1985), 'Tango y Cash' (1989) que realizó cuando se desplazó a Hollywood.
Ahora de nuevo a su regreso a Rusia vuelve a sus orígenes con esta película, entre el documental etnográfico y la ficción, en la que cuenta que los habitantes del lago Konozero, en el norte de Rusia, viven como hace siglos lo hicieron sus antepasados.
En esa comunidad pequeña todos se conocen y únicamente se produce lo necesario para vivir, unos lo hacen con la pesca furtiva, mientras otros, jubilados, perviven con la pensión que les otorga el Estado, que algunos gastan en emborracharse hasta que se le acaba, viviendo en la más recóndita de las soledades.
Sólo se comunica con el exterior a través de la lancha de Lyokha, el cartero y hombre de los recados, que vive solo su rutinaria vida, a través de la televisión que les ofrece constantes concurso o las noticias que ocurren en otros puntos del planeta.
Cuando es robado el motor de la misma y la mujer que ama se marcha de la ciudad, el cartero llegará a comprender que lo mejor es el hogar.
El guion de este film tiene una anécdota pequeña que es estirada con bellos encuadres de paisajes sin que pase nada que tenga más interés que el devenir cotidiano de su protagonista en su rutina diaria cuya profesión da nombre al título del mismo, con la añoranza de una forma de vida que se está perdiendo con la llegada de los nuevos tiempos, como es esta manera de vivir tranquila y pacífica en bellos paisajes en plena naturaleza, en un pequeño lugar rural en el que todos los vecinos se conocen.
El realizador introduce algunas escenas oníricas que se salen de la cotidianeidad de los habitantes del pueblo tan sólo rota por la inquietud de la madre que cree haber pedido a Tomka, su hijo, mientras que es el cartero el que se lo ha llevado creyendo que tiene el consentimiento de ella como le ha dicho el pequeño viviendo una emocionante aventura por el río en plena naturaleza.
Resulta así una cinta menor, algo irregular, que hace añorar de alguna manera al mejor Konchalosvsky, aquel que nos dio mejores logros que éste como en los títulos que citamos al comienzo de esta crítica y que algunos añorarán que no haya vuelto con la misma fuerza ya que esta historia, cercana al documental, no interesa grandemente al espectador.
La actuación cuenta con los propios habitantes del pueblo que se interpretan a sí mismos a los que no se le puede pedir más.
Ganó el Leon de plata a la mejor dirección en la Mostra de cine de Venecia.