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CRITICA
Por: PACO CASADO
Agustí Villaronga es uno de los directores de culto del cine español que suele hacer cine de cara a los festivales y muy de espaldas al gran público, o al menos así lo vino haciendo hasta llegar a 'Pan negro' (2010), su mejor película hasta la fecha, ganadora de bastantes premios.
A partir de ahí parece que se dio cuenta de que por aquel camino no le conducía a ninguna parte al no encontrar financiación para su cine y toma esta vez un sendero más comercial con exceso de escenas morbosas con este film, muy distinto a lo que había rodado con anterioridad hasta la fecha.
El cineasta mallorquín nos presenta aquí una historia salvaje y valiente, con tintes de tragicomedia, que gira en torno a tres personajes que viven un apasionante amor sin prejuicios en la Cuba de finales de los años 90.
Está basada en la primera novela del cubano Pedro Juan Gutiérrez, publicada en 1999, uno de los escritores más anticonformistas de la América Latina, que refleja la miseria y el hambre de los barrios bajos de personajes marginales, de prostitutas y travestis a los que rondan la fatalidad y la muerte en cada esquina.
Cuenta la sucia historia de Reynaldo, un chico joven de 18 años, un analfabeto que no sabe leer, fugado de un correccional que deambula hambriento, tratando de sobrevivir por las calles de un mísero barrio de La Habana, la depauperada capital cubana, con carencias de todo tipo, sobre todo para las clases más bajas, cuando se desvanecía el sueño de la Revolución.
Una abrupta narrativa de los hechos trágicos que marcan su vida desde pequeño, que roba para subsistir, que tiene relaciones sexuales, aprovechando su potente virilidad, con Magda, una jinetera, y con Yunisleidy, un transexual, que viven alternativamente como él, tratando de huir de la miseria de su entorno.
Sucesos impactantes, violencia, miseria, delincuencia, hambre, prostitución, estafas, temas de los que se abusa tanto que resultan a veces difícil de creer, expuestos con una fotografía feista.
Tanto el sexo como la muerte y el dolor ya estaban presente en sus cintas anteriores, pero no son auténticos en este caso por abusar de la sordidez en exceso, donde hace acto de presencia la pobreza no solo física sino también moral.
No le permitieron rodar en Cuba por mostrar detenciones de homosexuales y otras vergüenzas del régimen castrista y en su lugar tuvo que hacerlo en Santo Domingo.
La película da voz a los sin voz y representa el sexo de forma muy libre y desprejuiciada, en un tipo de cine sórdido, muy al estilo de Villaronga, bien puesta en escena, con una cuidada producción, con una trama excesivamente alargada, violenta, desagradable, dura, oscura, resultando deprimente, con un lenguaje procaz, con diálogos de fuerte contenido sexual a la que le falta tensión dramática, al quedarse con lo más superficial de la novela, con un esquema repetitivo y sin el menor atisbo positivo.
En definitiva se trata de un culebrón sin sentido, ni ritmo, que no reflexiona sobre la moral de los personaje, ni hace una critica social, mientras que abunda en morbosas escenas sexuales, mostradas de la forma más desvergonzada, con una estética de la crueldad, sin piedad para los protagonista, que decepciona bastante.
La interpretación de Maikol David Tortoló es bastante mediocre más centrado en la exhibición de su poder sexual, siendo superado por Héctor Medina en el papel del transexual.
Ganó la Concha de Plata a la mejor actriz a Yordanka Ariosa en el Festival de San Sebastián, un premio que creemos que le queda un poco grande.
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