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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay directores que suelen rodar rápido y cada año nos ofrecen al menos una película, caso de Woody Allen, otros a veces más de una, pero en cambio los hay que se toman su tiempo para hacer una nueva obra, esto es lo que sucede con Cesc Gay, con esta especie de manual de autoayuda ante la muerte.
Julián, un exiliado argentino, que vive en Madrid, actor de teatro, separado, con un hijo que estudia en Amsterdam, que ha sido diagnosticado de un cáncer terminal, recibe la visita inesperada de Tomás, su amigo desde la infancia, un profesor universitario que vive en Canadá, con su esposa y sus hijos, donde imparte sus enseñanzas.
Los dos con Truman, su perro, compartirán a lo largo de cuatro intensos días momentos divertidos, otros emotivos y sorprendentes, provocados por la difícil situación que está atravesando Julián, que puede que sean los de su último adiós.
En ese tiempo Julián va queriendo dejar las cosas arregladas, despidiéndose de sus seres queridos ante su inminente marcha y sobre todo dejar colocado a Truman, el perro, su compañero del alma en su soledad, que es como una metáfora de lo que significa la amistad.
Una comedia intimista con una bella historia de amistad llena de veracidad en torno a la enfermedad y la inminente muerte.
El director barcelonés Cesc Gay, en el séptimo título de su filmografía, ensaya una sutil puesta en escena, que la hace más sencilla dentro de su dificultad de no caer en la lágrima fácil, donde mezcla el drama, la amistad y la enfermedad, construida a partir de unas vivencias personales, que es todo un ejercicio de contención en los diálogos, con la cámara y en la interpretación.
En esta faceta proporciona un duelo interpretativo entre los dos actores protagonistas que compartieron premio en San Sebastián, la Concha de Plata a mejor actor.
Ricardo Darín da toda una lección magistral de actuación y no le va a la zaga Javier Cámara aguantando el tipo, a gran altura también, algo muy en la línea de este director, siempre atento a que sus actores se luzcan, como ocurre con estos dos personajes entrañables que se hacen querer, en su sencillo planteamiento.
Para ese lucimiento actoral tiene la sensibilidad de saber cómo situar la cámara para que capte cada gesto, cada emoción, cada frase de diálogo sin una palabra de más ni de menos o cada mirada que exprese la emoción y el sentimiento del momento.
Ambos actores ya trabajaron a las órdenes de Cesc Gay en 'Una pistola en cada mano' (2012), pero no juntos en la misma escena.
Ayudan a completar la buena labor interpretativa unos estupendos secundarios en breves apariciones.
Es la historia de una despedida de un elogio a la amistad y el arrepentimiento de un reencuentro, así como de lo difícil que es afrontar el dolor, con algunos eficaces golpes cómicos y divertidos entre Julián y Tomás, sin llegar al extremo, que mitigan el drama en muchos momentos y enmascaran la dureza y el dramatismo.
La amistad debe hacer ver al amigo sus errores y debilidades y mantener la dignidad ante la muerte y en los problemas expuestos, cuya mayor fuerza está en los extraordinarios diálogos. Creemos que le sobra la escena sexual de Cámara y Fonzi, lo que no empaña el buen logro de este film, uno de los mejores españoles del año.
Concha de plata para Ricardo Darín y Javier Cámara y Premio Feroz en el Festival de San Sebastián 2015..
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