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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se desarrolla en el convento de Santa Clara en la ciudad de Bobbio, en tiempos de la Santa Inquisición en el que son protagonistas la hermana Benedetta, una presunta sierva de Satán, encarcelada y torturada para que confiese o se demuestre su inocencia; Fabrizio, un sacerdote que se ha suicidado enamorado de ella; Federico, un apuesto y gallardo caballero, hermano del fallecido, que implora por su alma para que sea enterrado en campo santo, algo que se le niega; y un par de gemelas que están solteras y ansiosas de tener marido, aunque no lo confiesan.
Pero junto a esta historia se desarrolla otra situada en nuestros días en la que un viejo conde se ha refugiado encerrado en el mismo monasterio, ya en ruinas y abandonado, al que todos dan por muerto, que es acosado por un funcionario de la administración pública y un millonario ruso que pretende comprarlo para edificar un moderno lugar de recreo o un hotel de lujo, ambos lo coaccionan y amenazan para que abandone su secreto escondite, del que únicamente sale por las noche, con lo que se ha ganado el apodo de "el vampiro".
Por su parte la esposa, pretende cobrar su pensión de viuda, si es que está muerto, o que le pase una alimenticia si está vivo.
Debemos confesar que en principio nos choca este cambio brusco de pasar, por corte directo, de una historia a otra y tan distante en el tiempo, máxime cuando en los metros finales se vuelve a la primera, lo que es tan solo entendible como un capricho del director y guionista, o que han transcurrido los siglos y ahora es otra cosa.
Así resulta una película diferente dentro de las 26 que componen la filmografía de un director como Marco Bellocchio, que ha metido en el reparto a una buena parte de los integrantes de su familia, como se puede ver por la ficha técnica del film, que puede ser considerado de vampiros a juzgar por el segundo relato, pero bien entendido en sentido figurado, como vampiros modernos, y que tampoco dan miedo en este caso, con una mirada mordaz sobre Italia, que no está falta de belleza en sus imágenes de Daniele Cipri en el primer fragmento en las que por otro lado se muestra la crueldad de una Iglesia empeñada en demostrar a base de torturas la existencia del diablo y el acabar con las llamadas brujas a cualquier persona con un comportamiento extraño.
En este aspecto se da en esta nueva cinta del director italiano una de las característica que ha tenido presencia en algunos momentos de su filmografía, como es el anticlericalismo.
Bellocchio tira de oficio y de su veteranía a sus 76 años al tratar de manera seria y exquisita el primer fragmento, con una reconstrucción perfecta de la época, mientras que en el segundo se lo toma de manera más irónica y casi de broma, aunque no descarta dar algún palito a la administración italiana, a la corrupción y al fraude.
En la banda sonora se incluye un anacronismo en el primer episodio con respecto a su ambientación histórica, un capricho más del director que a estas alturas hace lo que quiere sin dar explicaciones a nadie.
En definitiva una película desompensada en cuanto a la duración de cada uno de los relatos, en el tratamiento diferente dado a los mismos de un cineasta del que esperábamos más con un cine como el de su primera etapa que últimamente perdió algo de fuerza en sus últimas entregas.
Premio Fipresci en el festival de cine de Venecia 2015.
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