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CRITICA
Por: PACO CASADO
June es una chica de 28 años impulsiva, valiente y soñadora y con un pasado doloroso a la espalda que regresa a su pueblo natal desencantada para arreglar el pasado, tras vivir un tiempo en el extranjero, donde se reencuentra con su familia y su primer amor, Diego, un escritor joven desapegado, poco social y con una sensibilidad singular. Ella también ha cambiado y trata de volver a establecer el contacto con su antiguo novio, lo que no le será nada fácil, al igual que con su padre, que apenas si le habla por haberlos abandonado sin decir adiós tras la traumática muerte de la madre. El esfuerzo de June por recuperar la amistad con Ane su antigua amiga ahora embarazada y las clases de francés que da a un niño, Nico, le harán tomar la normalidad, aunque mantendrá el sueño de marcharse a Berlín con Diego; poco a poco se va ganando de nuevo el afectos de los que tiene en su entorno tratando de hacerlos felices. Tras volver observa que tanto ella como los demás han cambiado y tendrá que reanudar los lazos desde cero, ya que ha influido en ellos el tiempo y la distancia, por lo que habrá de hacerlo de forma más honda.
Esta película supone el debut en el largometraje de la vizcaína Lara Izagirre, una directora joven que aún no ha cumplido los treinta años, con esta historia escrita por ella misma sobre una mujer que se enfrenta a sus miedos, a su pasado y se reencuentra con personas que, mientras ella estaba fuera, también han cambiado.
En este sentido al guion le echamos en falta algo más de información de cada uno de los personajes, la justificación de la marcha de June, la falta de sociabilidad de Diego, la extraña no relación de éste con su madre, la de June con su padre, etc. en definitiva de una serie de personas traumatizadas por un pasado que ha condicionado sus vidas, con una manera muy diferente de afrontar los problemas que, como el caso de Diego, que se encierra en sí mismo, en sus miedos, no afronta la realidad y acaba por malbaratar su futuro como escritor.
Todo lo contrario sucede con June, un personaje vivo, alegre, lleno de esperanza y de sueños que irradia alegría y una felicidad que trata de contagiar a los demás.
Mucho aporta en este aspecto la interpretación de la joven pero ya experimentada actriz madrileña Irene Escolar que desprende dulzura y juventud en su aportación, lo contrario del actor gallego Tamar Novas en el papel de Diego, más sobrio y menos expresivo, tal vez exigido por un complicado personaje que vive en su mundo, que es introvertido y egoísta, que comunica menos con su trabajo de lo que requiere el papel. Amorebieta, lugar de donde procede la directora, es el espacio elegido para situar esta singular y original historia dentro del país vasco que de alguna forma es un elemento más a la hora de representar ese otoño del título.
En cuanto a la dirección nos parece bastante madura para ser una debutante a la hora de poner en imágenes esta historia de amor imposible.
Obtuvo una mención especial en el Premio Irizar en el Festival de cine de San Sebastián 2015.
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