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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una muestra más del buen estado de forma del cine andaluz con esta dura producción de escaso presupuesto, sin subvenciones estatales ni autonómicas, pero hecha con intención e inteligencia, basada en un caso real, con denuncia social.
La acción se sitúa en Jerez de la Frontera, Cádiz, en el año 2012, donde Rocío, una chica de 25 años, madre soltera y sin trabajo, no recibe ninguna ayuda, ni subsidio.
Acuciada por las deudas vive con su hijo Adrián de 8 años en un piso alquilado, que no paga desde hace meses, por lo que el dueño la amenaza con echarlos a la calle.
Rocío mantiene en privado y con vergüenza esta situación y hace frente a los gastos realizando trabajos ocasionales mal pagados y venta en el top manta de objetos que encuentra que apenas le dan para comer.
Los síntomas de Adrián de una mala alimentación, llevan a Rocío a buscar comida en los contenedores de basura y depender del comedor social. A esta situación se le suma la falta de luz, el corte del agua que, junto a perder las esperanzas de la promesa de un puesto de trabajo, los deja en una situación precaria, que oculta para no perder la custodia de su hijo.
Con este primer largometraje el director jerezano Juan Miguel del Castillo nos deja un reflejo de las consecuencias de la crisis económica poniéndose del lado de los más desfavorecidos, al tiempo que critica los recortes, la corrupción de los políticos, la mala gestión que éstos hacen de estas situaciones.
Drama social que hace un retrato realista de la España actual que denuncia esta triste situación de muchos como ella y la no solución de estos problemas, en el que se detalla la pobreza y el día a día de esta mujer y su hijo antes de ser desahuciados por no tener dinero, amigos o familia.
Rocío trata de salir adelante de la miseria como puede en esta honesta película, eficaz y valiosa, que se queda corta con respecto a la realidad, que deja el final abierto con la esperanza de que salga adelante, que trata de concienciar a la gente y al estado.
La escena en la que pide ayuda y le dicen que van a tardar en dársela seis meses y un sueldo social un año es una demostración clara de lo dicho y si tienes urgencia qué haces entretanto.
El film descentraliza el problema al ser una ciudad de provincia pero la realidad no es distinta por eso.
Lo más hermoso de esta historia es la solidaridad de las gentes en esas circunstancias, como la vecina que la ayuda, le da comida, le deja que enchufe la luz o que use sus servicios.
Una cinta tan sincera como necesaria que precisa de algo más de fuerza en su realización, que es un buen espejo de la realidad de hoy, con una escalofriante sentencia final y antes de los créditos unos rótulos nos indica la realidad de los desahucios y los problemas que tiene el país en estos momentos de crisis, en el que los bancos son rescatados con miles de millones, pero a estas pobres gentes quién las rescata...
Impresionante el contraste de la alegría de los espectadores tras el triunfo del equipo español al ser campeón del mundo al fondo con el abrazo triste de madre e hijo en primer plano.
Excelente el trabajo que hace la joven jienense Natalia de Molina que si bien tiene ya un Goya como actriz revelación, mucho más lo merezca por este triste papel de Rocío.
Película hiperrealista, amarga y cruda, que deja un mal sabor de boca.
Premio del público y Biznaga de plata a la mejor actriz para Natalia de Molina en el Festival de cine español de Málaga 2015. Premio ASECAN a la mejor ópera prima. Mejor film en los festivales de Orense y Toledo. Mención especial y premio del jurado joven en Albacete y Tudela.
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