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CRITICA
Por: PACO CASADO
No deja de ser curioso que ahora que el género western se prodiga poco en Estados Unidos y está prácticamente olvidado el que se hacía en Europa, tanto en España como Italia, Alemania, o Francia, fundamentalmente, nos llegue una coproducción del pasado año realizada entre Dinamarca, país del que no conocemos ningún título de esta clase, con Inglaterra y Sudráfica de lo que podemos casi decir otro tanto.
Posiblemente se pueda justificar la procedencia danesa por las reminiscencias que tiene la historia de ese país con los personajes protagonistas.
De entre las ruinas de la derrota danesa en la guerra de 1864 Jon Jensen y su hermano Peter decidieron cruzar el Atlántico en busca de un futuro mejor. Durante siete años lucharon para asentarse en una tierra extraña, tiempo en el que Jon sufrió la ausencia de su esposa Marie y de su hijo Kresten de diez años.
Siete años de una familia separada es mucho tiempo y tan pronto como estuvieron asentados procuraron traerla con ellos.
El año en que se desarrolla la acción es 1871, el país, Estados Unidos y tal como apuntábamos antes, tras la derrota contra Alemania muchos soldados daneses viajaron al Oeste en busca de tener una nueva vida y esta es la historia Jon, uno de ellos.
Nada más llegar Marie y su hijo tienen problemas con dos pistoleros en la diligencia, resultando asesinados y Jon se pone en camino para encontrar a los hombres que cometieron tan grave delito, pero ambos pertenecen al Coronel Delarue, el forajido que tiene atemorizados a los habitantes del lugar, siendo uno de los muertos su hermano, por lo que el enfrentamiento está servido.
El guion tiene una historia sencilla y de lo más clásica que se podría resumir en el relato de una venganza tan frecuente en las producciones del Oeste y en este caso que tiene las características y el aroma del western europeo, las que le imprimieron directores como Sergio Leone y seguidores que después adoptó también Clint Eastwood, su actor favorito para el género, que siguió los pasos del maestro italiano.
De sus imágenes se desprende la violencia, la brutalidad y la dureza del comportamiento de sus protagonistas en lo que no se escatima ni un fotograma.
En este sentido el adusto personaje de Jon, de pocas palabras y gran seriedad en su rostro, también recuerda a esa clase de cine europeo, bien encarnado por el danés Mads Mikkelsen que encabeza el interesante reparto.
La realización de Kristian Levring, director procedente del movimiento Dogma (quien lo diría) de impecable factura, es puro cine siendo la nitidez y belleza de las imágenes las que nos cuenta lo que sucede casi sin necesidad de que hablen los personajes, que incorporan a figuras del western típicas del sheriff cobarde o corrupto, el enterrador ambicioso, el pastor, la prostituta, el banquero avaro, y demás componentes del acobardado pueblo, muy bien interpretados por nombres como los de Eva Green, de cuyo mudo personaje nos hubiera gustado saber algo más, o Jonathan Pryce, entre otros.
Pasó por la Sección oficial del Festival de cine de Cannes 2014 y del Festival de Sitges 2015.
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