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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es frecuente que el cine español aborde una especie de novela río como se hacía en otras épocas en el cine norteamericano, técnica que ahora se convierte en una miniserie de tres o cuatro títulos y así se le saca más partido en la taquilla.
En este caso P'almeras en la nieve' se ha convertido en la segunda película de mayor presupuesto, de diez millones de euros, de nuestro cine en el año 2015, siendo la primera 'Atrapa la bandera' con doce.
Es la adaptación del bestseller homónimo escrito por Luz Gabás, publicado en 2012, sobre la vida en Guinea Ecuatorial cuando era colonia española, con más de medio millón de ejemplares vendidos.
Desde 1926 la isla de Fernando Poo (ahora se llama Bioko) fue de la Guinea Española y en 1968 se proclamó en República independiente. La tensión y violencia de esa época supuso un episodio de nuestro pasado casi desconocido.
La acción se sitúa en la transición de las colonias a provincias de ultramar hasta la independencia definitiva, en una tierra herida por la inestabilidad, las dictaduras, las desapariciones, la tortura y la falta de libertad de unos hombres que viajaron hasta allí en busca de un futuro mejor y tierras más cálidas para ganarse el pan, en un relato entre épico e intimista que traza puentes entre dos épocas, dos culturas, dos generaciones con el amor como componente catártico.
El hallazgo de una antigua carta olvidada durante años anima a Clarence a viajar desde las montañas de Huesca a Bioko para conocer la tierra en la que su padre Jacobo y su tío Kilian vivieron buena parte de su juventud, un lugar tan seductor como peligroso donde busca conocer el secreto de un amor prohibido.
Conforme Kilian crece como persona y trabaja en el negocio del cacao se enamora de Bisila, una hermosa guineana, enfrentándose a una sociedad cerrada en ese aspecto en una historia de pasiones encendidas.
Historia de esta familia y del viaje de los dos hermanos a Guinea para descubrir un mundo diferente al de su pequeño pueblo nevado en los Pirineos y los secretos que marcan para siempre.
Desconocemos la novela de 700 páginas pero el guion de Sergio G. Sánchez nos parece poco clarificador en cuanto a la relación entre los personajes lo que se complica más con los saltos atrás al pasado en la investigación que hace Clarence y al ser encarnados por diferentes actores al llegar a la etapa última de la vida.
Hay personajes que no están muy bien definidos, de los que habría que saber algo más, lo que no hace pensar que sería la novela más propia de una serie, que no nos extrañaría encontrarnos algún día en la televisión, que de un film al que evidentemente le sobra metraje, lo que hace que se haga un tanto cansino en su desarrollo del que posiblemente algunos pasajes se podrían haber suprimido. Tiene una buena ambientación en la época.
Es la cuarta vez que coinciden el actor Mario Casas con el director Fernando González Molina ('Fuga de cerebros' (2009), 'Tres metros sobre el cielo' (2010), T'engo ganas de ti' (2012)). Con este nuevo título de su filmografía se pasa del relato romántico al culebrón dramático.
La realización está correctamente llevada a cabo, mientras que la interpretación es irregular en algunos de los actores.
Muy bien la música del joven compositor Lucas Vidal y por parte de la fotografía saca partido a los bellos paisajes en los que se desarrolla la acción.
Se agradece la ambición del magno proyecto, pero el resultado es discutible ya que queda demasiado grande para ser abarcado y ya se sabe como dice el refrán "quien mucho abarca poco aprieta".
Tiene cinco candidaturas a los premios Goya entre ellas la de mejor dirección de producción y canción original que suena en los créditos finales cantada por Pablo Alborán que también está nominada a los Premios Feroz.
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